17 años es una edad límite: ya no eres un niño, pero tampoco eres mayor de edad. Es como la edad de la espera, la antesala de los anhelados 18 que parecen abrir todas las puertas de la libertad. Un ciclo de tu existencia termina, otro comienza, el de la dirección definitiva de la vida: te estás graduando de bachiller, de modo que profesión, ciudadanía, autodeterminación, están en tus expectativas de futuro.
Eres un proyecto en el que tus padres depositaron todos sus ahorros de amor, entrega y esperanza, que ahora, justo ahora, comienza a producir dividendos extraordinarios. Diecisiete años pueden ser muchos, si se tienen, o muy pocos cuando se ven desde la madurez. Los que alcanzan la ancianidad los ven solo como un vago y lejano recuerdo de remota ternura. Pero cuando se tienen 17 años y el alma en plena efervescencia, con todo tu ser expresándose, con la conciencia limpia de la juventud atesorando sueños, uno puede creerse señor del mundo, incluso puede pensar que ha vivido bastante.
Cuando se tienen 17 todo importa, la vida se toma con una gravedad que nos asusta a veces a los que dejamos hace tiempo esa edad. Nuestros hijos son mucho más serios que nosotros, mucho más sabios de lo que fuimos a su edad y hasta màs bellos, como si la belleza también avanzara como la tecnología. Eso nos hace sentir orgullosos: los admiramos. Como todo se está estrenando, la conciencia, la propia responsabilidad, la coherencia entre el pensar y el ser, la sexualidad; todo tiene en esa edad la importancia justa que merece. Un rompimiento afectivo puede arruinar la vida de un joven, si no llega a entender que no es el fin del mundo, que seguramente vendrán otros, que el alma se va fortaleciendo con los dolores y el tránsito hacia la vejez no es otra cosa que acostumbrarse a sobrellevar las durezas de la vida con dignidad, aprendiendo de cada enseñanza para ser mejor.
Cuando se tienen 17 y la conciencia manda a comprometer la vida en defensa del otro, es una decisión que no encuentra límites, que se vuelve temeraria, que supedita todo al cumplimiento del mandato ético que no admite cortapisas. Quien tiene 17, como diría Andrés Eloy Blanco, tiene todavía el sabor de la leche de su madre en los labios, es un niño grande al que uno cargaría si pudiera y sentaría aun en las rodillas a jugar al caballito, si se dejara, pero no se deja porque se sienten gigantes y se sienten porque verdaderamente lo son de cuerpo y de alma.
Un niño no debe morir, porque cuando un niño muere, una parte de la eternidad se desvanece irremediablemente sin que siquiera se nos sea permitido vislumbrarla. Cuando un niño grande de 17 es asesinado, nuestra confianza en el destino humano se ve defraudada y todos los siglos de conquistas civilizatorias parecen estériles e ilusorios.
Algo en la conciencia nacional debería detener el asesinato de nuestra juventud. Una recóndita expresión de amor debería quedar en quienes nos conducen al matadero y seguramente alguna vez soñaron el bien para sus compatriotas. Quien tiene 17 años no ha conocido otra Venezuela, creció en este despropósito y sin embargo, su alma ansía lo diferente, barrunta la democracia que no ha vivido porque fue amamantado por un corazón que conoció la libertad.
En nombre de las cosas buenas que podemos evocar unos y otros, de las luchas históricas de tantas generaciones, en nombre de los sueños de felicidad del Libertador para su pueblo y del valor supremo de la vida, debemos exigir con contundencia que se detenga el vil asesinato del divino tesoro que representa nuestra juventud.
No podemos degradarnos tanto. Ya basta.
«Buenas madrugadas» licenciado Márquez, aunque para morir solo se necesita estar vivo y ninguna edad es buena para morir, éste escrito sobre el 17 es realmente una joya, una joya que me deja un sabor agridulce. Felicitaciones. – «en nombre de los sueños de felicidad del Libertador para su pueblo y del valor supremo de la vida». A los 17 conoce y se compromete con María Teresa Rodríguez del Toro y Alayza. «en nombre de los sueños de felicidad del Libertador para su pueblo y del valor supremo de la vida».
Estimado Laureano, aciertas con la precisión de la punta de diamante de un bisturi (invento que le valió al venezolano Fernández Morán el Premio John Scott en 1967, convirtiéndose en el único latinoamericano con dicho galardón. Asimismo, fue propuesto para el Premio Nobel, petición que rechazó, pues tendría que renunciar a su nacionalidad venezolana y adoptar la ciudadanía estadounidense) cuando te refieres a la importancia de tener 17 años de edad hoy en Venezuela no sólo soñando, sino labrando la Libertad ante la inquietud de no vivir oprimidos por el resto de la vida. Así lo sintió durante su ministerio el papa Juan Pablo II (en latín: Ioannes Paulus II), que hasta el último día de su vida terrenal dedicó su apostolado al compromiso de atender la orientación de los jovenes (cuya juventud obtienen a los 17 años) dedicandoles cada año la celebración, hasta completar la XIX Jornada Mundial de la Juventud meditando sobre el tópico: «Queremos ver a Jesús» (Jn 12,21). Y ya proyectaba (el tiempo terrenal no se lo permitió) en Colonia, donde en agosto de 2005 tendria lugar la XX Jornada Mundial de la Juventud con el tema: «Hemos venido a adorarle» (Mt 2,2). En su última encíclica dirigida a los jovenes, desde Castel Gandolfo, el 6 de agosto de 2004, incluyó las importantes reflexiones siguientes:
“Queridísimos jóvenes:
Escuchar a Cristo y adorarlo lleva a hacer elecciones valerosas, a tomar decisiones a veces heroicas. Jesús es exigente porque quiere nuestra auténtica felicidad. Llama a algunos a dejar todo para que le sigan en la vida sacerdotal o consagrada. Quien advierte esta invitación no tenga miedo de responderle «sí» y le siga generosamente. Pero más allá de las vocaciones de especial consagración, está la vocación propia de todo bautizado: también es esta una vocación a aquel «alto grado» de la vida cristiana ordinaria que se expresa en la santidad (cfr. Novo millennio ineunte, 31). Cuando se encuentra a Jesús y se acoge su Evangelio, la vida cambia y uno es empujado a comunicar a los demás la propia experiencia.
Son tantos nuestros compañeros que todavía no conocen el amor de Dios, o buscan llenarse el corazón con sucedáneos insignificantes. Por lo tanto, es urgente ser testigos del amor contemplado en Cristo. La invitación a participar en la Jornada Mundial de la Juventud es también para vosotros, queridos amigos que no estáis bautizados o que no os identificáis con la Iglesia.
¿No será que también vosotros tenéis sed del Absoluto y estáis en la búsqueda de «algo» que dé significado a vuestra existencia? Dirigíos a Cristo y no seréis defraudados.
Queridos jóvenes, la Iglesia necesita auténticos testigos para la nueva evangelización: hombres y mujeres cuya vida haya sido transformada por el encuentro con Jesús; hombres y mujeres capaces de comunicar esta experiencia a los demás. La Iglesia necesita santos. Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad. En este camino de heroísmo evangélico nos han precedido tantos, y es a su intercesión a la que os exhorto recurrir a menudo. Al encontraros en Colonia, aprenderéis a conocer mejor a algunos de ellos, como a san Bonifacio, el apóstol de Alemania, a los Santos de Colonia, en particular a Úrsula, Alberto Magno, Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) y al beato Adolfo Kolping. Entre éstos quisiera citar en modo particular a san Alberto y a santa Teresa Benedicta de la Cruz que, con la misma actitud interior de los Reyes Magos, buscaron la verdad apasionadamente. No dudaron en poner sus capacidades intelectuales al servicio de la fe, testimoniando así que la fe y la razón están ligadas y se atraen recíprocamente.
Queridísimos jóvenes encaminados idealmente hacia Colonia, el Papa os acompaña con su oración. Que María, «mujer eucarística» y Madre de la Sabiduría, os ayude en vuestro caminar, ilumine vuestras decisiones y os enseñe a amar lo que es verdadero, bueno y bello. Que Ella os conduzca a su Hijo, el único que puede satisfacer las esperanzas más íntimas de la inteligencia y del corazón del hombre.”
Comprendemos que nuestra realidad−país, es dramática, no perdemos por día uno de nuestros jovenes, sino como dicen los matemáticos, es a la “n” potencia, porque es casi promedio 1 por dia de protesta que ya suman más de 100 y esto aún no se acaba. Dios bendiga a Venezuela (e ilumine y desarme, exorcise a quienes mantienen el dedo en el gatillo).
Realmente genial
(NO COMPARTO LA IDEA DE LA BELLEZA ,CREO SON HERMOSOS HOY EN DÍA , O LO DIRÉ POR MI QUE ERA MATERIALMENTE FEO DE CHAMO)
Tener 17
Es picardia
Es rabia
Es furia
Es fuerza
Es un brillo en los ojos sin color y solo brillo que gruñe pero no es edio
Tuerce la mirada pero no es indiferencia
TENER 17 ES UNA COSA SERÍA REALMENTE SERIA
Buen día!
Leerte me recordó a Khalil Hibram, «tus hijos no son tus hijos, son hijos de la vida»
magistral como siempre. doloroso por lo real y nostálgico al recordar tenía 18 en aquella oportunidad que se debatió el destino en 1998 la primera vez q iba a ejercer mi voto el cual fue cargado de miedo porque sabia q la mayoría iba a elegir una opción que para mi era impensable pudiese ser luego de los sucesos del golpe de estado de esas basuras y siendo caraqueña y joven no podía pensar una persona capaz de aquello como va a ser presidente de todo… y emiti mi.voto con orgullo en contra y con dolor porque no teníamos idea de.lo que iba a suceder. tenemos la oportunidad ahora de apoyar a ésta nueva generación y luchar todos unidos por la libertad.
Es increíble cómo algunas personas como mi estimado compatriota Laureano puede plasmar con palabras los conceptos de de algunos temas que cualquier mortal no puede. Lo creyentes lo llamamos Don y también, puede ser Profeta, porque hoy en día también los hay y en mi humilde opinión tu lo eres, sobre todo porque en los temas espIrituales es dónde más te destacas. DTB.
Excelente reflexión…..
Lo felicito sr.laureano es muy certersas sus palabras es verdad ya basta de que nos sigan matando a nuestra bella querida juventud
Brillante como siempre. Mientras voy leyendo el articulo siento el pasado de mi vida , la de mis hijos muy presente como si tuviera esos 17 años . Escribes a la perfección los 17 años de ayer y de hoy. Q tristeza lo q sucede día a día con nuestros jóvenes. Q triste q esos 17 años de hoy para nuestra juventud sen tan duros. Pero ellos nos hacen sentir q vale la pena seguir creyendo en Venezuela. Nos dan todos los días una lección q no debemos olvidar. Siempre me pregunto cómo los honraremos después de q todo esto se termine? Seguro q en algunos de tus escritos nos lo darás a conoces y diré como dije hoy cuando iba leyendo tu artículo eso es exactamente lo q pienso pero q no puedo expresar con la claridad y la ecertividad q tú lo haces . Pienso en lo 17 años de antes y los 17 años de ahora y digo el futuro de Venezuela se ve con esperanza y dignidad. Reconoceremos a estos muchachos q han dado tanto por nuestro país. Ya nos dirás cómo….
Gracias mi niño por expresar lo q mucho no sabemos. Dios te cuide
Que hermoso escrito Laureano definitivamente es así, la nueva Generación ha dado una importante Lección de Democracia y de amor a su PAIS
Laureano ya es triste saberlo, pero aun màs triste es leerlo en tu alegoria a los 17 años. Es como si uno no quisiera asumirlo. Pero es verdad y golpea el alma la «realidad real» y la «verdad verdadera».
Me puse a pensar en mis 17 años y vi tanta felicidad y esperanza, a pesar de que naci y vivi hasta los 9 años en dictadura; y con mi unico tio como preso politico, a quien conoci precisamente a mis 9 años.
Pero este horror de ver la lucha y la perdida en directo de nuestros venezolanitos de 17 añitos y pico…y sentir en energia fina su ausencia en nuestra tierra y en sus familias y amigos!!no lo puedo aceptar.
Su lucha la mitificamos con la palabra «libertarios», «neo-libertadores» y deseamos que eso los engradezca y nos justifique!!!
Me paseo por la frase de Nehomar (por so’lo nombrar uno):»la lucha de pocos vale por la libertad de muchos» y es como si fuera un enanito gigante y tan sabio antes de tiempo!!! Trato de mirar mas allà de sus ojos en su carita cubierta por la franela.
Se me engrandecen los padres que los formaron y los hogares donde crecieron esas semillas.
Se me engrandece la tierra VENEZUELA que nos da esos frutos en medio de esta involucio’n que quiso arrasarnos.
Se me engrandecen tantas voces venezolanas que como la tuya Laureano, nos guian en medio de esta aparente obscuridad. Una vez mas !!GRACIAS.
Gracias Laureano por este articulo. Lo publique en mi instagram. Brillante…
Tan oportuno esta joya que ha escrito una de las personas que más admiro por su indiscutible talento. Hoy inician los actos de graduación de bachiller de mi hija, de 17 años de edad, que tal como lo mencionas no ha conocido más nada que la experiencia de vivir en está época por la cual transitamos todos los venezolanos. Pero toca resaltar la grandeza de estos jóvenes de hoy, reflejada enormemente en mi hija, es oro puro. Ellos son tan consciente de su papel en la historia de este bello país que asumen la responsabilidad de la búsqueda de la libertad, que por Dios no les corresponden; pero su heroísmo innato los lleva a eso. Son protagonistas y mensajeros de buenas noticias para nuestras familias y para el país. Hoy festejamos que mi hija es mejor bachiller, se gradúa con honores, pero el motivo mayor a festejar es su madurez y tenacidad para los retos por venir. Este logro también es de todos los padres venezolanos y en especial de aquellos niños que hoy sirven directamente a Dios, pues su lucha y amor por Venezuela los acercó a él. Dios bendiga a esta juventud venezolana nuestros nuevos libertadores!
Gracias, Laureano, escritos así reconfortan, y nos preparan para afrontar el día. Gracias a Dios que a los 17 años en nuestros genes se potencia el predominio de las ansias de la libertad sobre el conformismo de la esclavitud.
Cuando se tienen 17 el mundo es un bocado muy apetecible que nos queremos comer de un solo mordisco. La vida después nos enseña a comer poco a poco…pero esa es la vida. , la que le roban a un joven cuando lo asesinan.
Desde muy joven admiro tu sabiduría y la excelente forma de plasmar en papel tus ideas! Viajé a mis 17 y la felicidad de haber crecido y educado en democracia! Lamento que mis hijos no pudieron conocer esa Venezuela y tener que huir a otro mundo por Miedo y Salvarlos !!!! We will come back!
Me hiciste volver 41 años atrás! Que diferencia! 🙁
Hermoso escrito, para mi hasta ahora al
que más sentimiento le he sentido. 17 años es una edad tan bella y tan complicada a la vez porque los sueños y las expectativas son más grandes que uno, por eso los muchachos DEBEN VIVIR, Y NADIE NADIE TIENE DERECHO a quitarle sus ilusiones mucho menos su ser físico. Estoy totalmente de acuerdo contigo.
Te acompaño no debemos permitir que nuestro divino tesoro nuestra juventud,siga siendo asesinada en nuestras calles en busca de libertad.
Bravíssimo !!!
Gracias Laureano por tu artículo de esta semana: Un intenso y estupendo ensayo sobre los 17 años. La edad de la protesta, del enojo y de los sueños y de ese torrente hormonal que empuja la crítica dondequiera que se percibe una injusticia, una miseria, una pena. La gama de emociones del adolescente se amplía, se diferencia, se enriquece de matices, se hace más interior y gradualmente, más consciente a la puerta de la adultez. A los diecisiete años se le puede llamar la edad de la Promesa, porque eso es un(a) joven de 17 años: Una Promesa. Romper esa Promesa de Vida es la vileza más grande, imperdonable y dolorosa que vivimos en nuestra Venezuela de hoy.
Buenos días amigo Laureno a 4000 km de mi casa y a 31 y tantos años de mis 17, de rebeldía, fuerza, de ilusiones de inorancia compensada con juventud, el dolor me embarga, a los 17 no es pensable morir, admiro y respecto a esta generación que busca, como héroes que son, vivir diferentes, creándose sus propias oportunidades que en nuestra desazón les negamos, permitimos la destrucción de un ambiente sano para su desarrollo y ahora los veo luchando, sin tregua, a costa de su sangre derramada en el asfalto, a los 17 son mejores que los 48, gracias a esta generación la República y lo que implica la libertad de Venezuela se salvará, Dios bendiga esta generación y perdoné la nuestra.
Mis bendiciones para ti y tu familia.
Una vez más,me haces morir de tristeza,pero tus artículos son grandes lecciones para todos los que te seguimos.
Ya está cerca el día que seremos libres.Seran muchos los años para la recuperación,pero el tiempo pasa rápido y con trabajo más.
Mañana 16de Julio venceremos,no hay miedo.
A los 17 ya trabajaba como officeboy en el banco hipotecario del zulia con permiso escrito de mi amado padre quien atonito me veia fuera de toda regla. Me comia el mundo y anhelaba libertad e independencia en el pequeno ambito de mi existencia.
Mis hijos de 21 y 17 son iguales de necios y los menores van por el mismo camino.
Nadie, ni el propio padre, puede ni debe frustrar ese empuje… Mucho menos un poder.
Gracias don laureano.