Al ver en la prensa el anuncio de las autoridades “competentes” informando el aumento del metro, muchos pensaron que se trataba de un cambio revolucionario en el sistema de medición y que el metro, por decreto, pasaría de 100 a 150 centímetros, para combatir el abuso de los vendedores de telas del centro de la ciudad. Por otro lado, como la definición de metro es: la “longitud de trayecto recorrido en el vació por la luz durante 1/299 792 458 segundos”, tiene lógica que en Venezuela se cambie la medida, porque como ya es del dominio público, la luz en nuestro país cada vez viaja más lento.

Pero el aumento al que se refiere la noticia es al de las tarifas del Metro de la capital. El mismo que inauguró Luis Herrera con el eslogan de “la gran solución para Caracas” y que ha venido a convertirse, gracias a nuestro proverbial desconocimiento del término “mantenimiento”, en un problema subterráneo. Cualquier ciudadano sensato puede entender que un aumento de las tarifas cada cierto tiempo, es absolutamente lógico y necesario a pesar de que en nuestra economía la inflación es mínima. Lo que llama la atención es que la iniciativa parta de un gobierno que nos ha entrenado para percibir todo aumento de precios como una especulación capitalista y como una ambición desmedida. El incremento de las tarifas del metro es una medida neoliberal y salvaje, donde lo de salvaje le viene por la anarquía imperante en un medio de transporte que, en otro momento, se exhibía como orgullo nacional y modelo de comportamiento del venezolano, que, al recibir un buen servicio, amoldaba su conducta al trato recibido.

¿Es que acaso el Metro se está capitalizando? ¿Aumentar el precio sin mejorar el servicio no es lo que hacen los empresarios especuladores? ¿No será que al Metro hay que hacerle alguna amenaza de expropiación a ver si sienta cabeza? Qué problema el de la coherencia con el propio discurso, es la gran tragedia que padecemos los seres humanos, más quien está en el poder. Es eso que en el argot popular se expresa en el dicho: “la salsa que es buena para el pavo, lo es para la pava”. Hablando de lo cual, ¡la que nos ha caído encima!, que insiste en ensañarse en contra de la gente que asegura defender.

El anunciado aumento de tarifas es contrario al espíritu socialista que nos conduce. Las tarifas del Metro no solo no deben ser aumentadas, sino que mientras reine en el sistema de transporte subterráneo la desorganización, la inseguridad, la impuntualidad y el abuso, a todo ciudadano que use el Metro debería cancelársele, por cuenta de la empresa, una compensación, un importe en metálico, como reconocimiento a su paciencia, arrojo y valentía.