Después de la cordial visita de los bombarderos, aparece la noticia de que en la Orchila se instalará una base militar rusa. La noticia viene de la agencia de noticias TASS (fregao). No se sabe si el presidente (Putin, naturalmente) ha tenido el gesto de notificar su decisión por estos lares. No es que haga falta, pero siempre es un detalle de educación y buen gusto, como para saberlo uno y no que se tenga que enterar por TASS. De todas maneras, la isla es inaccesible para los venezolanos desde que Pérez Jiménez expulsó de allí a las pocas familias que vivían para instalar una base militar y además una residencia presidencial de veraneo. Una leyenda urbana dice que en La Orchila el dictador perseguía en motoneta a modelos en bikini. Yo eso nunca lo entendí, salvo que las modelos tuvieran también su propia motocicleta, lo cual le daría sentido a la persecución.

La isla había sido históricamente de Venezuela , desde los tiempos de la colonia. Su nombre se debe al cosmógrafo español Alonso de Santa Cruz, quien la bautizó como la Orchilla por la abundante presencia dicho liquen conocido científicamente como Roccella Canariensis, por proceder de las Islas Canarias. Dicha planta era sumamente apreciada como colorante, desde los tiempos de los romanos. De ella se obtiene el color púrpura. Uno no se imagina al imperio romano sin el púrpura. De hecho la palabra “purpurado”, que hoy se usa para designar a los cardenales de la Iglesia Católica por el color de sus vestiduras, viene de la antigua Roma, era el color con el que vestían los dignatarios.
Bueno, el caso es que los rusos van a instalar allí una base militar y -supone uno- con el frío que pega por aquellos lares, también un balneario para que los eslavos evadán la eslavitud del clima y se vengan a broncear al calor del sol tropical. Los siguientes movimientos ya se ven venir: seguramente los chinos se agarrarán Los Roques y supone uno que los iraníes a Margarita, por aquello del comercio. Lo de los chinos asusta un poco, porque sus formas de hacer turismo son masivas, ellos no viajan menos de una provincia entera, así que 300 ó 400 mil chinos un fin de semana en Los Roques, debe ser una auténtica locura. Los turcos, en ese sentido, son más prácticos, se quedarán con la parte del oro en el Arco minero. Los gringos por su parte, prefieren cobrar en cash: se quedan con todos los fondos públicos que se robaron los corruptos y ellos embargan cada día y -seguramente- con Citgo tarde o temprano. En lo que toca a los cubanos, van a tener que venir ellos a sacar su propio petróleo, porque por los vientos que soplan PDVSA tampoco podrá hacerlo.
En todo caso, en esta rebatiña de lo que va quedando de Venezuela, se pregunta uno: ¿por qué nadie tiene interés en Caracas y el resto de las capitales del país, que es donde están los principales problemas? ¿Y Caracas pa’ cuándo?
¿Se acuerdan de la “planta insolente del extrenjero”? Bueno, pues creció y echó raíces.