La verdad es que las elecciones venezolanas deberían estar en manos de Osmel Sousa, el único que conduce año tras año una elección en Venezuela en la que nadie nunca le ha acusado de fraude. Claro que, en honor a la verdad, quién le va a protestar los resultados si, en primer lugar, los da mucho más temprano que el CNE y además todos quedamos conformes con la candidata seleccionada, porque en Venezuela cada mujer es la más bella de todas.

Propongo que una semana antes de las elecciones se realice el “Magno evento de la política nacional”, de manera que los electores recibamos una ayudita para tomar nuestra decisión a través de un certamen que nos muestre a los candidatos en sus distintas facetas, a falta de otros instrumentos racionales para formarnos juicio.

Los candidatos desfilarían usando los diferentes trajes, para ver cómo le sienta la presidencia a cada uno:

  • Primer desfile: en traje de toma de posesión con banda y collar incluidos.
  • Segundo desfile: en ropa casual de inauguración de obras.
  • Tercer desfile: en traje militar de Comandante en Jefe.

Naturalmente, no habría presentación en traje de baño, por razones obvias: nadie quiere ver al poder desnudo.

En cada uno de los desfiles, donde el cuerpo de baile podría estar vestido de cadetes y montar una coreografía marcial, conoceríamos aspectos de los aspirantes: edad, estatura, hobbies y otras menudencias, de esas que uno nunca sabe de los candidatos y que pueden ayudarnos a decidir, dicen que Dios está en los detalles.

En una ronda de preguntas, seleccionadas al azar por los conductores del certamen, se le preguntaría cómo enfrentarían situaciones concretas de gobierno: una disminución en los precios del petróleo, una invasión del Imperio, la inseguridad y el desempleo. Allí tendríamos un primer sondeo de opinión con el aplauso del público.

Durante los meses anteriores al evento, los aspirantes tendrían entrenamiento en oratoria, finanzas públicas, administración y economía, además de reuniones con los sectores más destacados de la vida nacional e internacional.

Puede que la propuesta le suene a algunos descabellada, pero cosas más insólitas se han visto en los últimos tiempos. Sin duda sería una campaña electoral más interesante la que termine con dos finalistas agarrados de las manos con premio de consolación de vice presidencia incluido y un ganador llorando a moco suelto.

Osmel en el CNE garantiza rating total a las elecciones. Además, es de origen cubano, otro punto a su favor.