Haciendo gala de valentía, aunque siempre atentos a una eventual «incursión de agentes del Sebin» para llevárselos detenidos, Laureano Márquez y Luis Vicente León siguen tomando diversos escenarios de Caracas para presentar «Yo tuve TV», una especie de homenaje a programas de opinión dentro del medio televisivo «que difícilmente -según Laureano- podrían transmitirse en la actualidad por el tipo de polémica que generaban y la baja o nula tolerancia que han tenido los gobiernos chavistas frente a la crítica.»

Como muestra un botón, fondo de pantalla con un fragmento de Marcel Granier entrevistando a Hugo Chávez en «Primer Plano», un Chávez fresco en verbo y edad, que igual no podía disimular su incomodidad cuando se encontraba acorralado por los comentarios agudos del periodista. Al terminar la secuencia rescatada de los archivos audiovisuales de RCTV, entró Laureano a escena caracterizando a Granier y llamó a Luis Vicente para un «Primer Plomo», desde donde comenzó una serie de sucesivas reflexiones sobre el país, llenas de información y fino humor.

Para el director de Datanálisis es muy claro que el modelo económico que impera en Venezuela desde 1.999 está agotado y es insostenible, tal como demuestran las estadísticas macroeconómicas en las que basa los comentarios: inflación, reducción de los ingresos nacionales por caída en los precios del petróleo, contracción del PIB, escasez, desabastecimiento, etc. León explica como el intervencionismo y los controles del estado conllevan a un deterioro general del nivel de vida, sobre todo en los estratos «C» y «D» que empeoran 27,3 y 30,3% respectivamente y le da pie, nada menos que a «Aristóteles» para que eche el cuento del primer control de precios de la historia, el control del precio del pan en la antigua Grecia.

Laureano, personificando a Aristóteles, borda un hilarante «sketch» apoyándose en un artículo firmado por Ángel Alayón en Prodavinci, y vuelve a dar pie a Luis Vicente con las cifras de otras encuestas: un 73,5% de los venezolanos opina que la tesis del Gobierno sobre la supuesta «guerra económica» es falsa y un 68,9% quiere que los cambios políticos se produzcan «ya», en este mismo 2.016. El apoyo «duro» del chavismo cae al 21,8% entre quienes seguirían respaldando a Maduro en 2.016.

A continuación seguirá el contrapunteo humorístico intercalando a los «Oscar Yánez, o Arturo Uslar Pietri» que lleva Márquez entre sus mil caras, y presentan una grabación de Hugo Chávez, esta vez entrevistado en «La silla caliente» donde se jactaba de haber negociado, como si sólo de él hubiese sido ese logro, «el mayor repunte de los precios del petróleo y un control significativo de la inflación» en la Venezuela de mediados del 2.000. (En el público se enciende un murmullo por la misma «tortilla boca abajo» que percibimos en la situación/país actual, precios del petróleo por el suelo e inflación en las nubes de tres dígitos y subiendo.) El escupitajo hacia arriba echado por Chávez parece haberlo encajado Maduro en la cara, se analiza el impacto político de la crisis y concluyen sentenciando que «no habrá tiranía perpetua porque estas fenecen en la medida en que los pueblos despiertan frente a las realidades que los oprimen.»

Yo Tuve TV con Laureano Márquez y Luis Vicente León«No nos queda ninguna duda, señala León, de que la etapa de Maduro en el poder está llegando a su fin. Los gobiernos sin rumbo pierden su soporte popular. Prueba de ello fueron las elecciones parlamentarias del 6-D, más de 2.100.000 de votos a favor de la oposición, 15,5% del total de sufragios válidos» en una mayoría que el gobierno ha tratado de escamotear aislando políticamente a la Asamblea Nacional. Laureano Márquez toma las últimas palabras y toca fibras sensibles en torno a nobles conceptos que recomienda para facilitar el diálogo, la negociación y los acuerdos entre las partes encontradas: «es el esfuerzo de todos lo que debe sacarnos desde abajo y no las personalidades mesiánicas a los que parecemos estar acostumbrados. Mucho menos la combinación de mesiánico y militar. Ojalá y retomemos en breve en la mayoría de la gente honesta y trabajadora, mejor si es en manos del poder civil, e iniciamos una verdadera reconciliación nacional.» Esperanza, la idea de la esperanza, pone un broche de oro al espectáculo y Márquez apura la moraleja de una fábula para dejar sus palabras volando en la sala a ritmo de colibrí: «yo no sé si voy a apagar el incendio (con este poquito de agua). Sólo sé que estoy haciendo lo que tengo que hacer.»