Cuando Laureano Márquez habla, la gente lo escucha. En su show Caza de Citas su público se pasea entre risas y silencios. Pero no el tipo de silencios que le pasan a un comediante cuando un chiste no funciona, los suyos son silencios de reflexión.

Durante el show, Laureano cita a Aquiles Nazoa: «El humor es una manera de hacer pensar sin que el que piensa se dé cuenta de que está pensando», Ahí, frente a nuestros ojos, en cada silencio su público piensa. Cada palabra de Laureano invita a la reflexión.

El es un hombre de fe. Cuentan las malas lenguas que en algún momento le pasó por la cabeza ser cura. La tarima es su altar, y su público su feligreses. Nunca llegó a ser cura, pero viéndolo bien, su rutina es una especie de sermón. Entre risas y silencios, sabemos lo que pasa, es “pensamiento de contrabando” lo que nos está pasando.

Laureano se encuentra en Londres haciendo una gira que lo va a llevar por tres ciudades distintas del UK. Camino a su hotel, yo le iba dando vueltas a la cabeza a esa cita que dice “no conozcas a tus ídolos…”. Por Laureano siempre he sentido admiración. Siempre me he identificado con su visión y opinión sobre la política Venezolana, pero por sobretodo me identifico con su fe en la civilidad.

Llegamos a su habitación a las 8.30 de la noche. Abre la puerta y nos recibe, con una calidez que es difícil de explicar. Inmediatamente te hace sentir en casa. Es como si lo conociera de toda la vida. Casi como cuando viene familia a visitarnos en Londres.

Mi meta era hacer un retrato de Laureano, no el personaje que vemos en tarima, o el que vimos creciendo en televisión. Quería retratar al hombre de carne y hueso, vulnerable, natural, humano. “Qué crees que te va a decir Dios cuando entres al cielo?” (le pregunté), “Dios es tan bondadosa que recibe incluso, gente como yo”, dijo con una gran sonrisa.

«Esto va a pasar», son palabras que si te las dice cualquier persona, suena a una frase repetida de un libro de autoayuda, pero cuando Laureano Márquez las dice, vienen acompañada de una convicción que sale del alma. Es difícil refutarlo cuando algo se dice con tanta energía, con tanta esperanza.

En muy poquito tiempo, hablamos de Dios, hablamos de política, de Venezuela, de ser inmigrante, y hablamos de poesía. No se sabe ningún poema de Tarek pero recita, con un tono declamante cada palabra de “Ítaca” de Kavafis. Es un poema que nos recuerda que el viaje, es más importante que el destino, curiosamente, algo que mi papa siempre me ha dicho.

«Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti»

Laureano hablaba, yo tomaba fotos. Quería evitar los silencios a como fuera lugar, porque en los silencios están las poses y el retrato que buscaba solo lo lograría si lo mantenía distraído, aun cuando eso significa torturarlo escuchando mis tonterías. Mi único objetivo siempre es alejar su atención lo más posible de la cámara. La foto que yo quería, la había logrado un par de minutos después de haber arrancado a hacer fotos, el resto fue ñapa.

Quien dijo “No conozcas a tus ídolos” no sabe lo que decía… quizás su problema estaba en que sus ídolos no eran más que pendejos con infulas de grandeza. Después de conocer a Laureano en persona, lo respeto más aún como Venezolano, como político, como humorista, como escritor, pero sobre todo como ser humano. Gracias por el tiempo que nos dedicaste, y gracias también por llevar siempre ese mensaje de esperanza cargado de civismo y venezolanidad.

Te creo cuando dices “esto va a pasar”…