Yo lo que no alcanzo a comprender del caso de los 407 mil € es para que carrizo eran los 7000, porque los 400 mil uno los entiende perfectamente, pero qué necesidad hay de ese pico miserable que lo que hace es confundir y enredar la vaina, despertando todo tipo de suspicacias.Yo no sé como se manejan los fondos públicos, porque nunca he sido funcionario, pero suponía que la cosa era algo más rigurosa que llevarlos en una maleta, estilo Isabel la Católica entregándole un saco de joyas a Colon, para los gastos del viaje.

Pensaba uno, en esa fantasía de institucionalidad que insiste en cargar -por pura malcriadez- en la cabeza, que hay leyes procedimientos, que la cosa es algo más que: Mira Almeida, agarra esta maleta y llévatela pa’Bulgaria, chico… ¿y qué carga? 407 mil euros… Ah ok, si va.

Las veces que a quien suscribe le ha tocado viajar, le han revisado escrupulosamente la maleta, desordenado los calzoncillos y arrugado las camisas metiendo mano por todos los rincones. Pero, algo verdaderamente grave: al hijo de un querido amigo, hace un par de semanas le hicieron una revisión exhaustiva en el aeropuerto que incluyó el suministro de laxantes con la obligación de defecar tres veces (3, se lee tres) en una papelera en la que colocaron una bolsa de plástico (porque la máquina de rayos x estaba mala), si quería tomar el vuelo.

Mientras estas cosas suceden, una maleta con 407 mil €, pasa sin dar explicación. Si los cálculos no fallan (digamos que toda la plata iba en billetes de 100 olvidémonos de los de 50), se requirieron por lo menos 40 fajos de 100 billetes de 100€, sin contar los 7000 dichosos que hasta esta cuenta entorpecen. ¿Cómo pasan 40 ladrillos de billetes el control de la Guardia, si hasta los tequeños se detectan? Pero vayamos más allá: ¿cómo factura uno una maleta con 407 mil € sin la angustia de que se vaya a desaparecer y uno tenga que responder por esos reales?Por otro lado, presumiendo la inocencia, naturalmente, vayamos a las informaciones aparecidas en la prensa. El dinero era para cubrir los gastos de “hotel, alimentación y pasaje de avión” de 110 atletas nuestros que están en Bulgaria. La cifra no es exorbitante. No he estado nunca en Bulgaria, pero supongo que en Sofía la vida no es barata.

Realmente estoy convencido de que no se trata de un acto de corrupción administrativa, sobre todo por una intuición que se desprende del conocimiento que el humor brinda de nuestra idiosincrasia: aquí nadie roba tan poquito. Lo que asombra es el modus operandi de la administración pública: ¿cuál es el procedimiento?, ¿se reparten los reales entre los atletas o el maletero paga los gastos?, ¿se pide factura?, ¿y si sobra plata?, ¿se devuelve?, ¿y si falta?, ¿quién la pone? En fin hay muchos cabos sueltos.

También existe la posibilidad de que detrás de todo esto esté metida la mano de María Corina Machado. Para una mujer con capacidad para destruir refinerías, esto debe ser una minucia. ¿Será todo esto un sabotaje opositor para hacer creer que este gobierno maneja los reales alegremente y no con los rigurosos controles habituales?Pero hay más, como en la cuña de sartenes ceramicor, solo una inquietud adicional: ¿qué habría sucedido si esa plata se la encuentran a un funcionario del Instituto de deportes de la Gobernación de Miranda? Solo respóndanme esa pregunta con la mano puesta sobre el corazón. ¿Habría habido el mismo mutismo oficial al respecto? ¿La Fiscalía habría actuado con similar sosiego?

Yo no creo que estemos frente a un caso de cadivismo, pero lo que si sorprende es que en la misma semana en que se hace una solicitud de ley habilitante para combatir la corrupción, un manto de silencio cubra este notorio hecho. Una explicacioncita no habría caído nada mal, al menos para disimular, porque, honestamente, lo de Bulgaria es una bulgaridad.