Una cosa es Laureano Márquez con Emilio Lovera y otra Laureano solo. Eso es bueno que lo tengan en cuenta los espectadores que aún no han visto Sit down, el stand up de una hora que protagoniza el humorista y, sobre todo en esta obra, politólogo, que cada viernes editorializa y disecciona la cotidianidad en la portada del diario Tal Cual.

Obviamente el público que Laureano Márquez congrega en el teatro Santa Rosa de Lima no simpatiza con el oficialismo, no obstante, el principal objetivo del show es persuadirlos de que vayan a votar el 8 de diciembre, de que no se den por vencidos.

Lo llamativo es que en la primera media hora -definitivamente la más hilarante- podría decirse que los chistes son en verdad de la autoría del Gobierno. Desde la introducción, cuando aparece con un carrito de supermercado repartiendo productos que cada vez desaparecen por más tiempo, Laureano echa mano de una sucesión de anuncios, medidas y declaraciones de los ministros que, en ese contexto teatral, parecen cosas de Monty Python, por la carga de absurdo.

En la segunda media hora, el show entra en un carácter reflexivo, con un tinte un poquitín amargo para los que van en busca de evasión. Entonces las risas merman. En esta mitad podría identificarse quién gusta más del Laureano politólogo que del Laureano comediante: la actitud corporal cambia. Laureano sacude. Sin abandonar el humor, entra, sin embargo, en otro registro. Casi increpa a los venezolanos por lo mal que nos portamos como ciudadanos, pero también recuerda lo bien que lo hemos hecho antes, como sociedad. Laureano Márquez ofrece una hora de espectáculo que es de agradecer, pero los espectadores deben saber a qué van, para que no se decepcionen de un esfuerzo que no merece causar ese efecto. @ElviaGomezR