El humor desnuda al poder y lo deja indefenso. El poder tiene solamente ametralladoras, pistolas, policías, bombas lacrimógenas, el humorista tiene ingenio

Transformar el dolor del alma en una sonrisa, mutar el drama de una sociedad en sátira es un trabajo arduo que requiere de gran profundidad. Quizás sea por eso que, dentro de la vasta gama del periodismo, los humoristas buenos sean siempre una minoría.

Laureano Márquez, venezolano, es uno de los mejores, no solamente en su país sino en América Latina. Politólogo y humorista en partes iguales escudriña la realidad, se sumerge en ella, la libera de máscaras y la describe poniendo en evidencia entuertos, absurdos y ridiculeces. Es tan bueno que, aún en un país tan polarizado como Venezuela, logra que la gente olvide por momentos odios tan fuertes como irracionales y ría por igual.

Laureano conoce el poder demoledor de la risa y de igual manera lo conocen quienes, desde el poder, sueñan con callarlo. Inútilmente. Semana tras semana la columna que escribe para el diario TalCual se vuelve viral y los teatros se llenan de Tirios y Troyanos cada vez que presenta un espectáculo. Y, para frustración de sus detractores, todos disfrutan por igual de sus ocurrencias, ríen con similares carcajadas y cuando se van comentan y reflexionan, particulares ambos que aterran a quienes siguen siendo el blanco de su sátira.

En su biografía se lee: Apenas con cuatro añitos, hace su primera incursión cómica parodiando a su padre por lo que recibe su primera paliza. En otras palabras, descubre en un mismo día su vocación humorística y la represión que ella conlleva. Y la pregunta surge inevitable:

¿Por qué la risa asusta tanto?

El humor desnuda al poder y lo deja indefenso. El poder tiene solamente ametralladoras, pistolas, policías, bombas lacrimógenas, el humorista tiene ingenio. Eso deja al poder en una posición de gran desigualdad. A veces me da lástima el gobierno. Pienso, ¡pobrecitos! ellos lo único que tienen son policías y represión, nosotros tenemos el ingenio que es una arma demasiado poderosa porque es incontestable. Frente al ingenio tienes tres opciones: lo aceptas y lo toleras, respondes con un acto de ingenio superior o lo reprimes. En una democracia los políticos aceptan el humor como expresión de libertad. Cuando el político es sumamente ingenioso, por ejemplo como Winston Churchill, responden al ingenio del humorista con un ingenio más agudo. A los dictadores les queda solamente el camino de la represión; perseguir la risa porque, como en el cuento del traje del emperador, la risa los desnuda frente al público y los deja sin defensas.

Laureano Márquez, quien a pesar de deleitarnos con su humor, es un serio analista político, estudió Ciencias Políticas en la Universidad Central de Venezuela. Desde muy joven escogió el camino del humor para expresar sus ideas, llevar adelante sus luchas y también sobrellevar sus propias frustraciones. Sus espectáculos tienen mucho éxito también en el exterior y en Nueva York está creando gran expectativa el stand up en programa para el próximo viernes 22, en el Centro Español de Queens, organizado por VAEX (Venezolanos Activos en el Exterior), asociación que reúne a un grupo de venezolanos, entre ellos a muchos jóvenes, quienes están viviendo en esta ciudad.

Mi humor – nos explica Laureano – por mi formación académica tiene un contenido sociológico, político y está muy vinculado con los acontecimientos que han estado ocurriendo en Venezuela.

Es tan dura la realidad venezolana que algunas veces las columnas que escribes para TalCual son peligrosamente serias. Confieso que nada asusta más que leer esas columnas de donde se esfumó el humor. Pero al mismo tiempo me pregunto: ¿cómo se logra encontrar el humor entre tanta tragedia?

Una vez escuché a un político español repetir un dicho de Galicia: Le preguntan a un pintor ¿qué estás pintando? y él contesta: “Si sale con barba San Antón y si no la Purísima Concepción”. Yo podría decir lo mismo. Sé que soy humorista y que, como tal, todo lo que digo y escribo debería seguir un código de humor, pero muchas veces me siento a escribir y los artículos me salen dramáticamente y patéticamente serios. Como bien dices, la situación es sumamente trágica y complicada y hay que hacer un esfuerzo notable para que las frases salgan con algo de humor. Pasa sobre todo cuando escribo, porque es un proceso solitario, pero trato de no angustiarme demasiado por eso.

Francisco Suniaga durante una charla en Nueva York dijo que en Venezuela es tan inhumana la lucha por la sobrevivencia que es casi imposible encontrar un espacio para la creatividad. ¿Cómo haces tu para mantener viva tu creatividad?

En realidad yo no estoy inventando nada. Sencillamente miro y cuento. A veces me basta con dar una vuelta por un supermercado y ver como la gente se angustia por cosas que en otras sociedades son cotidianas. Por ejemplo, conseguir papel toilet, leche, huevos. Si un día escuchas a un ingeniero eléctrico hablando de las posibilidades de apagones lo primero que te viene a la mente es que hay que guardar comida pero, si hay un apagón, el refrigerador no funciona y entonces tienes que comprar solamente lo que consumes diariamente, pero en Venezuela te permiten comprar un día a la semana, y con cédula a la mano… Y si el apagón te agarra por sorpresa, se va la luz, la ciudad queda a oscuras y te quedaste sin comida, tu quisieras salir a comprar pero eso es imposible porque le tienes miedo a la delincuencia. Este es el infierno venezolano.

Laureano como politólogo más que como humorista, ¿podrías explicarme cómo y por qué Venezuela llegó a la situación actual?

Es lo que trato de responder con el monólogo que presentaré en Nueva York. Hay muchos componentes, uno de ellos es histórico. Los venezolanos somos como somos porque nuestra historia ha fluido de cierta manera y hay elementos que nos han marcado. Uno de ellos es el concepto de la riqueza fácil que viene de una herencia de la conquista, una herencia colonial. Un concepto que permea toda la sociedad y es generalizado en cualquier estrato social. En Venezuela es más fácil hacer la lista de quienes no han robado que de quienes lo han hecho.

Ahora que salió el escándalo de los Panama Papers se descubrió que nosotros aparecemos 224mil veces. ¡Una barbaridad! Otro aspecto es la idea que tenemos de la institucionalidad y de las leyes. Pensamos que son cosas hechas para los tontos, los imbéciles o, como decimos nosotros, para los pendejos. Y lo que considero aún más grave, es que siempre andamos buscando a un líder iluminado, un caudillo, un salvador, un superhéroe, y esos superhéroes casi siempre son de origen militar. Hemos tratado de salir de esa lógica cuando en 1958 se consolidó la democracia. A partir de ese momento se han hecho grandes esfuerzos por establecer un orden civil, un orden democrático y Venezuela comenzó a progresar por un camino interesante. Pero ese atavismo histórico estaba guardado allí y apareció Chávez quien nos devolvió casi a la guerra de independencia, a una lucha, a un conflicto, conceptos que creíamos superados. Ahora se ha instalado en nuestra mente la idea que hay dos bandos y que uno tiene que derrotar al otro. Hay quien piensa que hay un grupo de venezolanos con derechos y otros que son antipatriotas y por lo tanto no pueden asumir la responsabilidad del poder.

Aún así pareciera insuficiente esa explicación para justificar el desastre actual, sobre todo después de una larga época de bonanza petrolífera.

A todo lo dicho antes se agrega uno de nuestros problemas más graves y es que estamos gobernados por la gente más incompetente que hay en el país. A veces pienso que cuando el Presidente va a seleccionar a un ministro busca la lista, pregunta quién puede hacerlo peor y luego lo nombra. Nosotros hemos perdido la meritocracia, hemos expulsado la inteligencia del gobierno, hemos sacado de la industria estatal petrolera, PDVSA, a 18mil personas que se estuvieron formando durante toda la vida para conducirla y que ahora están prestando sus servicios a empresas transnacionales fuera del país. Estamos formando a gente bien preparada y se la estamos regalando a otros países.

¿Cuál será el peor daño que dejará al país este período histórico que comenzó con el primer gobierno Chávez?

Hay varios. Se nos ha inoculado la idea de que el estado es el gran proveedor de todas nuestras necesidades. La gente tiene muy claros sus derechos pero no tiene consciencia de sus deberes.

Habrá que entender que no solamente se puede pedir al estado sino que también hay que cumplir obligaciones. Eso significa pagar impuestos, respetar las leyes, pararse cuando el semáforo se pone rojo. Hay que combatir la mentalidad de corrupción que se ha instalado en todos los sectores y gracias a la cual mucha gente se ha vuelto millonaria estafando a los demás. Pero sobre todas las cosas habrá que reconciliar el alma nacional, reconciliar al venezolano y lograr que todos entiendan que somos parte de una misma comunidad y que, aunque pensemos distinto, tenemos intereses comunes. Para lograrlo hay que desarmar a la gente que está armada y es necesario que los militares entiendan que no pueden representar a una fuerza política porque tienen armas que pertenecen a todos los venezolanos. Son armas que pueden ser usadas solamente en un caso de emergencia en el cual estuviera en peligro la nación entera. No son para que un grupo político se imponga sobre otros.

En estos últimos tiempos están pasando unos episodios muy preocupantes. Por un lado aumenta la delincuencia y por el otro también aumenta la cantidad de gente que trata de hacerse justicia por su cuenta. Hay casos de linchamientos que asustan porque muestran el grado de desesperación de las personas. También son un termómetro de la disolución de los valores éticos de la sociedad.

Una de las graves consecuencias de todo lo que nos ha pasado es la desmoralización que hay en la sociedad, la ausencia de esperanza y también la ausencia de valores y de principios. Como no hay justicia la gente se siente con derecho de hacerse justicia por su mano. Eso se solucionará con la reconstrucción de un sistema de justicia que funcione para todos y que sirva para castigar el delito. Para eso también se necesitará un sistema carcelario distinto con cárceles que no sean lugares de entrenamiento de delincuencia. Acaba de pasar una cosa espeluznante y es que descubrieron que en la prisión del estado Zulia escondían a las personas secuestradas y en el estacionamiento guardaban los carros robados. Eso demuestra la connivencia entre delincuencia, guardias nacionales, policías penitenciarios. Nuestro sistema institucional está en el suelo, Venezuela necesita una reconstrucción económica, política y, sobre todo, moral y ética.

¿Y hay esperanza?

Sí, yo tengo esperanza, porque la mayoría de la gente es buena y honesta. Como dice Rómulo Gallegos en su libro Doña Bárbara al hablar de la llanura venezolana: Propicia para el esfuerzo, como lo fue para la hazaña, tierra de horizontes abiertos, donde una raza buena, ama, sufre y espera! En este momento el pueblo venezolano ama, sufre y espera.

Dentro de pocos días vas a tener un espectáculo en Nueva York. ¿Qué sientes cuando sales de Venezuela y encuentras a tantos venezolanos que acuden a tus espectáculos y que siguen muy apegados con el país?

Es un conjunto de sensaciones. Por un lado me da alegría encontrar a tantos venezolanos, incluso a muchos conocidos, pero por otro lado me causa una sensación de dolor y de tristeza porque sé que esos compatriotas que viven afuera no se sienten a gusto, que añoran su país. Se han ido obligados por las circunstancias y no por una decisión voluntaria. Eso da mucho dolor. A veces estoy en el escenario y veo a gente del público que llora. También me duele que estemos perdiendo a personas tan preparadas. Muchos de los venezolanos que se han ido son de primera línea en lo que se refiere el nivel de preparación académica. Ellos deberían estar construyendo el país que todos queremos. Pero no lo pueden hacer y tampoco lo pueden hacer quienes se quedaron. Por lo contrario ahora tenemos un gobierno con un señor que para comprobar si hay agua en el embalse de Guri no tuvo mejor idea que la de meterse como buzo dentro del agua. ¡Cristo bendito! Es como si para saber cuanta agua tienes en una jarra tuvieras que meterte dentro de la jarra.

En América Latina están ocurriendo muchos cambios. En Argentina ganó Macri, se tambalea el gobierno de Dilma y Lula y sigue avanzando el proceso de distensión entre Cuba y Estados Unidos. ¿Cómo se repercute todo esto en la realidad del gobierno venezolano?

Diría que en general América Latina se está librando de un cierto tipo de izquierda. Por un lado están presidentes como Bachelet en Chile y Mujica en Uruguay que representan un modelo de izquierda liderado por personas honestas, transparentes, y por otro lado está la izquierda autoritaria, abusadora, corrupta que, en mi visión, los pueblos están tratando de desplazar. Por otro lado también separo los regímenes de Morales y Correa del de Venezuela porque ambos Presidentes, si bien políticamente sean también autoritarios y represivos, a nivel económico no han sido destructivos. Han adoptado políticas económicas coherentes, interesantes y con sentido.

¿Y Cuba?

El caso de Cuba es difícil. Por un lado entiendo a los cubanos que siguen con mirada crítica el acercamiento del Presidente Obama porque piensan que con su visita ha dado legitimidad al régimen castrista, pero por otro lado creo que la apertura de Estados Unidos responde a una actitud inteligente y que probablemente llevará a los cubanos hacia la democracia. El sueño que tenemos todos quienes respetamos y amamos a Cuba es que en algún momento de su vida, alguna vez en su historia, ese país logre conocer la democracia. Sé que para lograrlo será necesaria una transición y sé también que los Castro son tan astutos que posiblemente al ver que ya Venezuela no puede ayudarlos económicamente, se están acercando a Estados Unidos para obtener dividendos pero la esperanza es que esto se traduzca, antes o después, en un cambio político.

En estos días pasó algo bastante singular en Venezuela. No le han permitido a Yordano dar un concierto en el Teatro Teresa Carreño por considerar su música elitesca. ¿Hay una música elitesca?

Antes que nada hay que decir que Yordano es un músico muy popular y muy querido en Venezuela. No solamente es admirado por su calidad artística sino también por su calidad humana. Recientemente ha luchado con las dificultades de una enfermedad grave y las ha superado valientemente así que también es un ejemplo de lucha por la vida. Yo creo que Yordano sintetiza muchos de los valores positivos del alma venezolana, de esas cosas que nosotros soñamos y queremos. Negarle el Teresa Carreño a Yordano muestra el tipo de régimen político que tenemos, un régimen que convirtió un teatro en el cual se respetaba la pluralidad en un lugar en el cual solamente se da cabida a los afectos al gobierno.

Tu muchas veces has presentado tus espectáculos en ese teatro.

Si y he sido crítico hacia todos los gobiernos. Recuerdo que una vez el presidente Caldera estaba en el palco presidencial y, aún estando el sentado allí, yo hice un chiste contra su gobierno. Esa es la Venezuela que teníamos. La de ahora, con su actitud intolerante, autoritaria, arbitraria, es la que queremos cambiar.

De todas formas Yordano que es un hombre tan querido encuentra siempre espacios donde presentarse y el día 27 de mayo estará en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, un espacio artístico increíble. Más temprano que tarde el Teatro Teresa Carreño volverá a ser de todos, independientemente de las ideología de cada quien.

Laureano, el humor es algo muy serio. Encierra una gran responsabilidad, ¿sientes tu el peso de esa responsabilidad sobre todo a sabiendas que muchos simpatizantes del chavismo también asisten a tus espectáculos?

Sí, el teatro pone sobre mis hombros responsabilidades de peso que yo siento. Por eso calibro y trato de ser cuidadoso con las cosas que digo, no por censura ni por temor, sino para que mi mensaje contribuya a construir la Venezuela que sueño. No quiero que se repita el discurso contra el cual estoy luchando, que lo que digo se transforme en un espejo de las arbitrariedades que se cometen conmigo y con otras personas. Al final de los finales, at the end of the day, como dicen los gringos, el humor es una forma de amar, de promover el amor. El humor tiene que reconciliar a la gente. El humor es una manera crítica de ver nuestra fallas para superarlas, pero no es ni agresión ni intolerancia. Como diría José Ignacio Cabrujas, el humor es una extraña y particular forma de amar.