El Dr Michael Stone, psiquiatra forense y profesor en la Universidad de Columbia, es toda una autoridad en el estudio de la «anatomía del mal». Él desarrolló una escala de la maldad y menos mal que no se le ocurrió inventar un aparato para medirla, porque en Venezuela se le revienta. Stone desarrolló una escala de 22 niveles de maldad, comenzando por el nivel del que causa en mal en defensa propia, lo cual no sería en estricto sentido maldad, hasta los últimos niveles en los que se ubican los asesinos en serie y autores de crímenes de lesa humanidad. Hablamos, en los últimos niveles de gente incapaz de sentir ningún remordimiento.
Ser malo también requiere de ingenio, destruir tampoco es tarea fácil. Para eliminar -entre otros a seis millones de judíos- los nazis se trazaron un plan impecable desde el punto de vista técnico. Hay que ver la organización que se requiere para asesinar sin prácticamente dejar rastro a más de seis millones de personas: construir los campos de concentración o ampliar los existentes, redirigir las vías ferroviarias (en medio de una guerra) para hacerlas llegar directamente al lugar de exterminio, la disposición de las cámaras de gas, el suministro del Zyklon B, la desaparición de los cuerpos sin dejar rastro. En fin, la completa organización para el mal.
La pregunta es: ¿el malo se sabrá malo o se miente a sí mismo autoengañando, haciéndose creer que lo que hace es correcto? Tiene que haber algo de esto último. Y el autoengaño se ubica en las premisas de las que se parte, por ello, un componente esencial del exterminio nazi tuvo que ver con la deshumanización del otro: si no se trata de seres humanos, entonces ya ha desaparecido parte esencial del problema ético. Chávez era un especialista en materia de deshumanización, siguiendo el ejemplo de Fidel, que catalogaba de “gusano” a todo aquel que se le oponía, el comandante era poseedor de un don especial para la degradación de sus aopositores. Hagan memoria: “escuálidos”, “cúpulas podridas”, “podredumbre”, “majunche”, “oposición putrefacta”. Que uno recuerde, nunca Chávez se refirió a algún adversario llamándolo por su nombre. El nombre propio es lo que nos distingue a cada uno como ser humano especial y único, es lo que nos da identidad ciudadana civil como sujeto de deberes y derechos. Aquel que no tiene nombre, en cierto sentido no existe, de allí a lanzarle de un décimo piso, matarle con tiros de gracia o torturarle solo hay un paso. De aquellas lluvias vienen estos deslaves.
Las mentalidades tipo Fidel, Ortega, Evo, Chávez, Maduro, por solo nombrar a los de este atribulado continente, no pueden aceptar la alternabilidad en el desempeño del poder, porque no aceptan la existencia del otro. Al considerar que con ellos sus respectivas sociedades han alcanzado el máximo nivel de elevación política, cualquier perversión, cualquier maldad que les ayude a mantenerse en el poder, encuentra justificación. Es así como se produce la circunstancia de que ellos, que se oponian a dictaduras, regímenes criminales y sistemas corruptos, terminan siendo los protagonistas de las más criminales y corruptas dictaduras. ( Con razón decía el Nietzsche: «Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti»).Para llevar a cabo sus fines se aprovechan de la circunstancia inexplicable de que la humanidad es mucho más indulgente -por no decir cómplice- con las dictaduras de izquierda que con las de derecha.
Los especialistas han detectado algunos rasgos propios de la maldad, entre los cuales estan: egoísmo, ausencia de ética y sentido moral, narcisismo, derecho psicológico (las personas que creen tener más derechos que los demás), psicopatía, sadismo, etc.
La liberación de Venezuela no es sencilla porque es la lucha entre gente malvada cuya mente psicopática no conoce límites y otra gente que sí los tiene. Cualquier psiquiatra sabe que estos últimos están en terrible desventaja… y también en grave riesgo…
Quien con monstruos lucha…
Buenas tardes Licenciado Laureado (sic) Márquez, a ver si adivina quién va a comenzar a hacer una vaca (vulgo: recolecta) para pagar la multa que se avecina porque #aquinosehablamaldechavez.
Estimado Laureano, visualizar la balanza entre el Bien y el Mal, desde la perspectiva del mal es siempre aleccionador, desde su génesis como el malicioso profundiza con los días su radicalización en el mal, mientras su discernimiento con única brújula del ego, que enferma y se convence que todo lo que ejecuta es en bien, porque su ego lo dicta, aunque sin duda es alguna otra faceta del mal.
Pero, hay otros que son peores que los malos, las escrituras los llama los tibios, los que en criollo son como guabinosos, guaidósos, o también paqui y palla, que un dia dan una línea, después una curva, empiezan con una respuesta y mañana otra, desorientan a los seguidores, confunden y los hacen presa fácil al maligno, en fin. la palabra lo dicta con toda precisión en Apocalipsis 3:
14. ‘Escribe al ángel de la iglesia de Laodicea: Esto dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el soberano* de la creación de Dios:
15. Conozco tus obras; sé que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro!
16. Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca.
Son palabras con alto grado de veracidad. Dicen que el ser humano tiene dos puntos a considerar en la ejecución de sus actos, cuando estos son moral y legalmente correctos: Uno es el acto de consciencia, evidentemente interno, que califica el acto y el otro va referido a lo que piensen terceros sobre ese acto y que afecta su reputación. Para este tipo de personas descritas en el artículo si es altamente preocupante, yo, por lo menos, procuro evitarlas, pues es algo sicosomatico y es que me dan ganas de vomitar.
Genial como todo lo que escribe y produce este maravilloso personaje
El mal ha existido desde que esta el angel caido (satan),hasta que sea erradicado y destruido.
El artículo contribuye a esclarecer el rol de los malos en el mundo contemporáneo. Discrepo de la inclusión del “egoísmo” como rasgo de los malos. Este es un rasgo humano indispensable para amar a los demás seres vivos; yo en su lugar empleo “mezquindad” en lugar de “egoísmo”. Da para un debate filosófico, profundo o superficial, en el marco de aquella plegaria pascual de Leonard Cohen, “Paz en la Tierra para los hombres de buena y de mala voluntad”.