En un artículo de prensa, una escritora española (con perdón por el adjetivo), Isabel San Sebastián (más castiza imposible), escribió que el cuadro que mejor resume a España es el de «Duelo a garrotazos» de Francisco de Goya, pintor español que vivió entre 1746 y 1828. Este comentario no puede pasar desapercibido para un venezolano que indague sobre su propio destino, porque nosotros somos sin duda -en parte- herederos de las contradicciones del alma de nuestros conquistadores. No en balde el 59,8% de nuestra historia es la de España.
El cuadro, como bien dice el título, representa un duelo a garrotazos entre dos españoles, suponemos que del comienzo del siglo XIX, acontecimiento de singular barbarie, que al parecer era frecuente en esos tiempos. Es un cuadro de la época de Goya que se conoce como «Pinturas negras»: Goya, encerrado en su casa, pintaba murales en distintas tonalidades de grises y negros -en este caso también marrones oscuros, ocres- con temas que evidenciaban el desgarramiento interior del artista y su inquietud por los difíciles momentos de los que era testigo. Dos hombres, se enfrentan en un duelo, usando unos garrotes. Están ensangrentados y enterrados casi hasta las rodillas. No hundidos en barro como se ha dicho, se han enterrado a propósito en el terreno para obligarse a no escapar del terrible destino de asesinarse el uno al otro. Están en medio de un paisaje desolado, gris, oscuro como la España de Goya, con un pedazo pequeño de esperanzador y luminoso cielo azul al fondo, que pasa casi desapercibido en medio de la sombría escena. Muchos han querido ver en ese cuadro una síntesis de la tragedia española de vivir siempre en enfrentamientos fratricidas, haciendo honor a la frase de Mariano José de Larra: “Aquí yace media España, murió de la otra media» (frase premonitoria para alguien que vivió un siglo antes de la Guerra Civil).
Si se mira la propia historia a la luz de lo que este cuadro representa, quizá podamos sacar algunas conclusiones: nuestra guerra de independencia fue -como tanto se ha dicho- una guerra civil, las revoluciones del siglo XIX, la Guerra Federal, las dictaduras,los golpes de Estado ¿qué otra cosa han sido todos estos episodios, sino duelos a garrotazos entre venezolanos? Luego del paréntesis democrático, que se inició en 1958 y duró hasta 1999, ¿no andamos nuevamente en la misma cosa? La diferencia es que en este duelo en el que estamos todos involucrados, uno de los contendores está desarmado y con las manos atadas. No es un duelo, ciertamente, sino aniquilamiento puro y duro (Zapatero tendría que ir con más frecuencia al Museo del Prado).
También la oposición libra su propio duelo a garrotazos. Pareciera que su propósito es más la propia destrucción que luchar por el cambio político que nos ayude a superar este trágico momento. ¿Será que estos años de hundimientos múltiples y diversos no nos han dejado ninguna lección? Los que participan del duelo creen -ilusamente- que alguno de los dos puede sobrevivir. Nadie queda bien después de una golpiza tan brutal. Parte de la misión del arte, además del goce de la belleza, es la contemplación de la propia fealdad con el propósito de que al verla en el lienzo, con la aparente distancia que da el cuadro, caigamos en cuenta de que nos retrata.
Bien vista la cosa, no es nada casual que el programa más emblemático de la televisión venezolana tenga como símbolo un garrote.
Son los resentimientos amigo Laureano. Los resentimientos surgen de la creencia que, de alguna manera, se nos ha hecho un daño. El subconsciente ese misterioso manantial que nunca duerme y donde está grabado todo lo vivido y lo que nos enseñaron y la forma en cada quien lo percibió y le dio su interpretación lo mantiene acumulado al uso de su libre albedrio y uso.
Un resentimiento es como el cemento que gradualmente se endurece. Al principio es fácil de moldear y de formar. Después, poco a poco va endureciéndose y volviéndose rígido. Conforme van endureciéndose nuestros resentimientos, vamos desarrollando una actitud hostil. Comenzamos a considerar a los demás como si fuesen nuestros contrincantes o enemigos. Empezamos a crear defensa.
El resentimiento es como una hierba mala que apenas sale a la superficie y crece si se mira bien, escueta y fea, sin embargo si tratamos de arrancarla es dura y fuerte y nos rompemos las manos y hasta nos pueden sangrar y nos conformamos con cortar la superficie de esa planta bejucosa y horrible del resentimiento, pues las raíces están bien adheridas al subsuelo, sus hojas feas y raquíticas volverán a salir a la superficie cual engañosa hidra de mil cabezas, y que tarde o temprano saldrá a la superficie de nuevo.
Dos ejemplos nada más: Entre dos personas Chávez y Mandela. La antítesis uno del otro: Mandela criado y formado en medio de una de las más injustas formas de gobierno la de Sur África: El apartheid. Perseguido y preso durante 27 años sometido a trabajos forzados (ver su autobiografía y sus biógrafos).
En libertad es electo presidente de la nación que oprimió su color y su gente. Un régimen oprobioso y discriminativo, despiadado y cruel hasta los límites de la crueldad lo confinó a la persecución y encarcelamiento por esos largos 27 años.
Electo presidente, Nelson Mandela, un hombre libre de verdad (internamente libre de odios y resentimientos, solo la libertad ocupaba su casa mental) conforma su gabinete y su gobierno con los que lo apoyaban y con la misma gente que lo oprimió durante tan largo periodo.
Chávez, criado con el resentimiento que lo hacía ver a través de un vidrio deformado que le daba la imagen de ver enemigos en todos aquellos que poseyeran alguna cosa que él no tuviera o que le manifestara un desacuerdo con su forma de actuar o pensar.
Eran todos sus enemigos, pues representaban ese resentimiento supremo que se tornó un hábito a fuerza de practicarlo.
Chávez al llegar al poder alimentó y “perfeccionó” la práctica de sus fantasmales resentimientos. Se rodeó y nutrió a los que hoy lo han heredado, sus alumnos tan “bien adiestrados” fortaleciendo las raíces ciegas y duras de los resentimientos. Por eso sus descendientes políticos odian o ignoran a Mandela y adoran a Chávez.
¿Dónde se crean esos resentimientos? allí mismo en la familia donde nos formamos, en la cultura donde crecimos, allí en casa, donde, a veces, nos dieron la famosa solapada enseñanza de las dos caras “Haz lo que te digo que hagas, pero no lo que yo hago”
Ninguno de los dirigentes actuales de la política venezolano inspirados en el más grande resentido social que fue su creador el finado Hugo Chávez, quien además de sus propios resentimientos familiares, se nutrió de resentimientos ajenos como fueron los de su mentor Fidel Castro. A Fidel C. nunca le conformó ni los estudios, ni el bienestar económico que le dio su padre porque este, su padre, tenía una casa principal donde ni él ni su madre nunca compartieron.
Ningún dirigente chavista resiste un somero estudio de su perfil psicológico: Todos absolutamente todos tienen en su origen, crianza y formación un morral lleno de resentimientos originados en las subjetivas interpretaciones de sus vivencias.
A garrotazos si a garrotazos se libran las batallas de los resentimientos, destilando más odio, más rencor, más resentimientos. La historia de la Humanidad está llena de “esos resentidos sociales que nos han gobernado”
Buenas noches licenciado, ¡vaya forma de «ver» un cuadro! – «Mal vista la cosa, no es nada casual que el programa más emblemático(¿?) de la televisión venezolana tenga como símbolo un vil garrote vil.»
Maravillosa la forma cómo describes la triste realidad de nuestro país utilizando el recurso del arte.
Agradecida por tus excelentes escritos.
Lamentable y tristemente cierto…
Estimado Laureano,
Como siempre brillante, enhorabuena.
Tengo, en todo caso una observación de fondo. Subyace en el artículo la leyenda negrísima del carácter fraticida, pendenciero y canalla como signo de la españolidad.
Rechazo, niego y contradigo con vehemencia no que no seamos así, alzó mi indignación por la autoflagelación de asumir como seña de identidad una desviación general y universal de la raza humana.
Desde Caín y Abel hasta el genocidio nicaragüense, la historia universal de todos los pueblos del mundo mundial es un recuento de pasiones fraticidas, parricidas, matricidas y fillicidas. Europa es el crisol de las guerras más que civiles de clanes y familias entre si; Zun Tzu fue el maestro de la guerra civil; América, toda ella de Alaska a la Patagonia, es una sucesión de violencia, guerras y montoneras; África tomaría horas recopilar sus siglos de permanente violencia y guerras tribales. Resumiendo, creo que por ahora – diría el de Sabaneta – solo se salva la Antártida.
Entonces, porque ese empeño de los españoles en autoproclamarse como profetas del desastre, cuna y criadero de todos los males?
Tema para una interesante discusión.
Un abrazo
Tan acertado laureano .
Laureano, como siempre una fina pluma …
Se me ocurre pensa que ese señor Zapatero, que no de profesión, como buen hijo de España pero perdido de la realidad actual, tiene un reconcomio increíble en contra de Venezuela y los venezolanos, razón por la cual asesora al inmaduro presidente de aquí, en lo que debe hacer con ello, toma venganza en contra de los venezolanos de hoy, pensando en los de ayer. Digo yo!
Profundo este articulo don laureano…
No sabia que tenia vena de critico de arte. Me ha sorprendido.
triste, desesperanzador pero muy real, seguiremos esperando y creyendo en milagros que no terminan de producirse, como siempre magistral Laureano
Muy bien concebida su apreciación, pero ese garrotero del ayer es el mismo garrotero de hoy solo que el resentimiento es grande no mide no ensaya tienen una capacidad para destruir sin limite alguno.