Lo hemos dicho muchas veces, el humor es cosa seria. A la rebelión venezolana en contra de la usurpación, se ha sumado la rebelión humorística llevada a cabo en los últimos días por los venezolanos y a la que se han unido personalidades del mundo entero, conocida como el “#GuaidóChallenge”, que ha copado las redes y ha puesto en evidencia con humor, la desnudez del régimen político venezolano.

El ex-ministro de “comunicación”, a través del canal del PSUV, realizó una ridícula exhibición de la mala conciencia que el régimen tiene de su propia pequeñez moral: insólitamente, pretendió descalificar a Juan Guaidó por supuestamente haberse reunido con ellos. Es decir, lo que intentó decirnos fue algo como esto: “Guaidó es un ser tan indigno, que incluso se reúne con gente tan despreciable como nosotros”. Para probar su punto, Rodríguez mostraba unas imágenes en las cuales un encapuchado -el supuesto Guaidó vistiendo suéter de albornoz- cuyo rostro era imposible de reconocer, se desplazaba por un espacio parecido a la recepción de un hotel.

Lo ridículo del planteamiento despertó una respuesta humorística unánime en todo el país y también allende las fronteras: miles de fotos de personas y hasta mascotas, usando un similar albornoz que cubría parcialmente su identidad, coparon las redes sociales y se hicieron virales. Todos se auto identificaban como Guaidó.

Como bien argumenta el anciano Jorge de Burgos, el monje ciego de la novela “El nombre de la rosa” de Umberto Eco (que también usaba capucha, como Guaidó), la risa debe ser temida por aquellos cuyo poder se fundamenta en el miedo. Cuando un régimen político sólo produce risa, está perdido. Esto no quiere decir, en modo alguno, que durante esta patética agonía, el régimen no sea peligroso. Recuérdese que “el venerable Jorge” en la novela de Eco es capaz -al saberse derrotado- de incendiar la biblioteca y destruir la abadía para impedir que se divulgue el contenido del libro de Aristóteles sobre la catarsis cómica. Justamente por ello tiene sentido cualquier acción que evite una mayor destrucción al país de la -ya espeluznante- que ha desencadenado este régimen durante 20 años. Eso explica lo de la amnistía e incluso las necesarias reuniones, si fuera el caso -por más que a Rodríguez le parezcan autoasquerosas-, del presidente encargado de encargarse con quien sea menester, para que esta transición se produzca con el menor costo en vidas humanas y destrucción, dos cosas que para el régimen que se despide valen muy poco, como muestran las cifras de los asesinados en manifestaciones y ejecutados extrajudicialmente de los últimos días, amén de los centenares de detenidos y torturados.

Volviendo al humor, como señala Viktor Frankl en su libro “El hombre en busca de sentido” (el 27 de enero se conmemoraron, por cierto, 74 años de la liberación del campo de Auschwitz : “el humor es otra de las armas del alma en la lucha por su supervivencia”, aludiendo a las manifestaciones de humor que ayudaron a los prisioneros de los campos a sobrevivir en medio de tanto sufrimiento. Los venezolanos luchamos hoy por nuestra supervivencia. El “#GuaidoChallenge” viene a ser la campanada humorística que anuncia que la liberación de Venezuela está bastante cerca, que al régimen ya nadie se lo toma en serio. El rey está completamente desnudo, bailando la grotesca danza de muerte de su trágica despedida.