Dicen por ahí que el sentido común es como el desodorante: el que más lo necesita es el que menos lo usa. Del sentido común han hablado desde los filósofos hasta los odiósofos.
Bergson, el filósofo francés, por ejemplo, decía que es “la facultad de orientarse en la vida práctica”. El sentido común podría definirse como aquello que una comunidad considera prudente, sensato, lógico. Sin embargo, es muy común ver en las redes videos caseros que muestran la total ausencia de sentido común en gente que hasta tiene la apariencia de ser inteligente.
Algunos creen de manera irrestricta en el sentido común, como el escritor Max Jacob quien afirma que: “El sentido común es el instinto de la verdad ”. Otros, sin embargo, no creen en él, como el caso de otro escritor, esta vez Saramago, que dijo:“No te dejes engañar, el sentido común es demasiado común para ser realmente sentido, en el fondo no es más que un capítulo de la estadística, y el más vulgarizado de todos”.
De lo que señala el novelista portugués se infiere que el hecho de que todo el que se lance de un rascacielos muera, es un dato meramente estadístico que no tiene por que ser una ley universal y -ciertamente- se han visto casos de gente que se ha lanzado y ha sobrevivido, pero más casos se evidencian de gente probando suertes a gran altura con fatal desenlace. Parece que vivimos tiempos que dan validez a aquella frase de Ramón Gómez de la Serna que decía que el sentido común “es el menos común de los sentidos”.
El sentido común es en definitiva una colección de conocimientos que resultan evidentes y que no debemos desafiar. Por ejemplo: es de sentido común que si conduces de noche, enciendas las luces del vehículo, sin embargo, en nuestro país nos hemos topado en la autopista no pocas veces con vehículos que andan en la total penumbra, como el carro de Drácula.
Es también de sentido común dejar salir a la gente que viene en el vagón del metro antes de entrar, sin embargo, tal cosa no siempre sucede. Es de sentido común no usar el teléfono mientras se maneja o cuando se habla con otra persona o cuando se camina por la calle (bueno este último ejemplo no es válido para Venezuela donde el sentido común recomienda desde hace mucho tiempo no sacar el celular en la calle ni de vaina, pero por seguridad). En fin, la vida cotidiana está llena de ejemplos.
El sentido común tiene, sin duda, un componente histórico: llegamos a ciertas conclusiones porque miles de años de vivencias humanas sobre el planeta nos brindan un conjunto de certezas sin las cuales correríamos grandes riesgos. Por tanto, desconocer la historia nos hace vulnerables.
Si no tenemos -por ejemplo, en el caso de los venezolanos- el conocimiento de que cada vez que los militares han intervenido en política, ha sido contraproducente para el destino del país y la libertad de los ciudadanos, podemos incurrir en el error de aupar a un militar e incluso elegir a uno para que nos gobierne.
Quien esto escribe, está más en la línea de Jacob que en la de Saramago. No apostaría nada a la premisa de que la división en la oposición venezolana nos va a sacar de este atolladero. El sentido común indica que la unidad en estos difíciles momentos es más que indispensable y que el único que gana con la división es quien tiene el poder.
Pero parece que, en el caso de los políticos, el sentido común es, la más de las veces, el menos común de los sentidos. Si hacemos una introspección retrospectiva de nuestra historia lo más común ha sido la contravención del sentido común al punto que se pregunta uno: ¿Será que nuestro sentido común es no tener ninguno y vivir en la imprevisibilidad permanente?
Buenas tardes Lic. Laureado (sic) Márquez, «mi particular sentido común» me dice que el 6D debo ir a votar, pero si considero que no están dadas las condiciones para una elección justa, transparente, legal, democrática.. entonces mi «sentido común» me dice que vote NULO.
El sentido común no es común ni tiene sentido ¿Con qué frecuencia es correcto el sentido común? El sentido común, definido como «buen juicio derivado de la experiencia más que del estudio», es una de las cualidades más veneradas en cualquier comentario o escrito. Las personas con sentido común son consideradas razonables, con los pies en la tierra, confiables y prácticas. Pero aquí está el truco.
El sentido común no es común ni sentido. El llamado sentido común es una falacia que nos ha sido impuesta por nuestra cultura de ideología (cualquier ideología que quiera decirnos lo que debemos pensar y hacer) que prefiere que seamos estúpidos, mal informados y malos tomadores de decisiones.
Actuales acontecimientos:
De 386 presos políticos el tirano abre las rejas a 50. Esta “gracia presidencial” también ha abarcado a otras 60 personas que andan huyendo, muchos de ellos, aunque legalmente protegidos por inmunidad parlamentaria, se han visto forzados al exilio. En las mazmorras quedan 276 personas, militares y civiles, hombres y mujeres pagando su amor a la libertad. También hay presos desaparecidos como el caso del empresario Hugo Marino, y continúan con la macabra política de llevarse presos a familiares de perseguidos, entre otros está el caso del General Baduel y sus hijos como también el de la señora madre del diputado Armando Armas.
En un máximum del horror “suicidaron” al concejal Albán. También, para simular un proceso judicial, llevaron agonizante ante un juez al Capitán Rafael Acosta Arévalo quien allí no podía ni articular palabra porque tenía rotas las costillas punzándole los pulmones por lo que el juez horrorizado sólo mandó a que se lo llevaran a morir en otra parte. Un examen médico forense una vez practicado al cadáver certificó que “no hubo área anatómica que no fuera tocada por la tortura”.
Todo un grotesco drama que se inscribe dentro del claro propósito del tirano de aparentar una falsa apertura democrática para el simulacro electoral que prepara a los fines del zarpazo final contra el parlamento y así extender vida a ese régimen macabro e infernal.
En resumen, estos fulanos indultos solo constituyen un elemento más de prueba de los delitos de lesa humanidad que sin pausa se ejecutan en Venezuela ante la increíble pasividad del mundo y falta de SENTIDO COMUN, que estando en la obligación de intervenir para cesarlos incluso por defensa propia dada la irradiación hacia ellos del narcoterrorismo que amenaza a su propia seguridad interna, no lo hacen, y su apoyo se disuelve en floridas declaraciones de prensa, acuerdos y comunicados “enérgicos” cuyos efectos son lo mismo que hipócritas gimoteos ante el espejo. Pero, si usamos a nuestros representantes electos como ejemplos (aunque no puedo dejar de mencionar la más baja calaña de un número de representantes), creo que es seguro decir que el juicio erróneo, es decir, la ausencia de sentido común no discrimina por motivos políticos.
Y todo un país, sin luz, sin agua, sin salud, sin medicinas, recibe y defiende una cajita de comida y calla y otorga. Y un representante “con prestigio” -con un mediocre vocabulario llama a Juan Guaido “presidente de Internet” cuando Juan Guaido puso de pie a todo el congreso de los Estados Unidos en una increíble ovación y no estoy diciendo que soy de Guaido, No soy de nadie.
Solo que no nos pisemos la manguera entre bomberos. SOY VENEZOLANA y es con quien me identifico y apoyo a todo aquel que ayude a desaparecer de los anales de la historia de Venezuela el llamado chavismo quien es el único responsable junto con la falta de sentido común del venezolano, por haberlo permitido (Y la boca del fusil que actualmente lo sostiene).
Qué sentido común tiene que Capriles niegue al otro representante y que sentido común se aplica cuando se funda “una mesita” con los más camaleónicos personas se prestan para tal vagabundería e importantes periódicos tengan al Sr.Vladimir Villegas en programas donde se permita fomentar ese aberrante sistema que ha destruido a Venezuela.
Y economistas que juegan el doble play de ser chavistas de closet como L.V. León y se le den centimetrajes en importantes periódicos para asomar un ojito fuera de su closet y seguir “en la pomada” como me decía un compatriota venezolano.
La desafortunada realidad es que confiar en el sentido común, de hecho, hace que hagamos juicios deficientes en lugar de sólidos. Quizás el mayor problema del sentido común es que cae presa de los claros límites de la experiencia y la ambición personal.
Creo que debemos deshacernos de esta noción de la “santidad” del sentido común y, en cambio, abrazar el «sentido razonado», es decir, un juicio sólido basado en el estudio riguroso de un tema que también incluye la experiencia directa y sobre todo la Integridad que es más sólida de las manifestaciones de un ser humano y se puede mostrar con acciones concluyentes.
¿Dónde está el sentido común cuando todavía escuchamos “vamos a ver qué pasa? Seguimos esperando. Un totalitario esbirro como Chávez se inspiró en otro esbirro totalitario como él “NO IMPORTA QUIEN VOTA, SINO QUIEN CUENTA LOS VOTOS”. (Joseph Stalin).
La aberración del siglo: Ir a votar en diciembre, cuando ser chavista es tener antecedentes penales que incluyen todas las fechorías y que TODAS las elecciones las ganó Chávez fraudulentamente con la única excepción de la primera elección por razones también de carencia de Sentido Común pues se dejaron engañar por un montonero aventurero que les tocó la flauta delante y nos ha llevado a Venezuela al matadero.
Gracias por siempre admirado Laureano Márquez.
Estimado Laureano, brillante su exposición, y la conclusión insuperable. Desde hace unos veinte años, más de 1000 lunas, nuestro territorio ha ido desdibujandose, borroneandose, cotidianamente ya son más las veces que se lo cuestiona ante las que se lo afirma, casi ya lo referimos en un “i onde jué”; en el mismo tiempo, se ha ninguneado el sabio sentido común, anteponiendole el mantra «Venezuela tierra de lo posible», para significar que sólo tiene aceptación, si vence a la lógica, a lo racional y con ello, naturalmente se ha acabado con todo, como muestra, compárece la PDVSA de 1998 con la actual: “ná-guará”, pues no queda de otra que jugar en el mismo terreno y apuntar a la mitología griega, el fénix (griego antiguo: φοῖνιξ12, romanización: phoînix, pronunciación: pʰó͜ɪ̀nikʰs (clásica), pʰˈyːnikʰs (koiné), ɸˈyniks (medieval o bizantina)), “ave de larga vida que se regenera de las cenizas de su predecesor” y mientras tanto, discernir sobre la polémica expresión: “Cosas veredes, amigo Sancho”, atribuida a los personajes de El Quijote, donde no aparece tal cita. Parece que el origen literario de la expresión Cosas veredes se remonta al Cantar de Mío Cid, cuando Rodrigo Díaz de Vivar le dice a Alfonso VI: Muchos males han venido por los reyes que se ausentan… y el monarca contesta: Cosas tenedes, Cid, que farán fablar las piedras. La expresión original era ‘cosas tenedes’, pero con el tiempo, se distorsionó tanto la forma como su significado, llegando a la actual ‘cosas veredes’.
Con mucho sentido, sentido por todos