Emulando al viejo pensador zuliano Protágoras, podríamos decir que la actitud del candidato oficial es la mejor medida de todas las cosas, la mejor “data” de cómo, efectivamente, va la vaina. Su cara es un “focus group”, su actitud la más elocuente de las encuestas y su miedo a perder asusta, no es normal. Como dijo Alberto Barrera Tyszka: “la vaina está enredada”. Hay un algo que flota en el ambiente, un “no sé cómo te explico”, que marca una inflexión, un cambio de rumbo de las cosas. Cuentan que Hegel cuando vio a Napoleón pasar frente a él dijo: “hoy he visto al espíritu del mundo sentado en un caballo”. Pues bien, el “espíritu del mundo” ya no pasa en la caravana, las calles se estrechan, la gente no concurre y Catia también puede ser Santa Elena. Y es que, como si fuera poca esta “destrucción perfecta” que sirve como telón de fondo de campaña, hasta la naturaleza se opone. El país todo, como fiera aprisionada, se retuerce y se libera, con temor, sí, pero también con determinación. Son esos recodos de nuestra historia en los que un sujeto no le conviene a nadie y la sociedad agazapada espera el momento de sacudírselo. Eso que Guzmán Blanco percibió tan claramente al señalar que Venezuela es como un cuero seco que lo pisas por un lado y se levanta por otro.
Pero volviendo a la actitud presidencial, es vox populi, que quien lleva tanta ventaja como pregona, no enreda las cosas, la conseja popular dice que partida segura no se tranca. Quien está confiado no juega al demiurgo, sino deja la realidad fluir hacia la que intuye será una catarata de votos. Hay algo en el ambiente que las matemáticas no pueden explicar, flota un hastío en su campaña, un resignado “¡esto es lo que hay!”, un “¡qué c…! ontológico.
Y es que son muchas cosas: Santos buscando un nuevo mejor amigo, el gobierno grabándole a la oposición lo que él hace cotidianamente, en vivo y en directo. Hay demasiado insulto, demasiada rabia en ese corazón, demasiado pasado en este presente. Si hay que insistir tanto en que el candidato opositor no es lo que parece, es porque parece bueno. Si hay que encontrar un mensaje oculto, es porque el explícito está calando, atrapa y gusta… “la vaina está enredada”. La gente quiere otra cosa. Si todo estuviese tan claro no habría que recurrir a la amenaza: “Habrá guerra civil”, trona Zeus exhibiendo el rayo. Hay que estar muy mal para usar tan feas palabras, para invocar semejante fantasma. Aquí lo que habrá es una artillería de votos, un bombardeo de ideas nuevas, una avanzada del progreso, una explosión de felicidad, un escuadrón de inteligencia y un polvorín de esperanza…Esta es la guerra civil que se avecina, así que atentos al llamado a filas, soldados de la paz.
No sé cómo explicarlo, pero mientras más se encochina la cosa, más esperanza en la gente. Mientras más uno lo observa, más claro se ve. Con razón decía Marco Tulio Cicerón: “el rostro es siempre el espejo del alma, y los ojos, sus delatores”.
Coyote: ¡tas pillao!… mosca que viene el autobús de la historia saliendo del túnel… !
Correcaminos Bip bip!..