Sin alusiones personales, ni ánimo de evasión, esta semana queremos hablar de su madre (la de Nerón).

Julia Vipsania Agripina, conocida popularmente Agripina “la menol” (hija de Agripina “la mayol”),  madre de Nerón, se casó con apenas 13 años con el cónsul romano Enobarbo (“Eno”, entre los compañeros de farra). 

Para más señas, ella era hermana de Calígula, el emperador que nombró magistrado a un caballo. También era sobrina y esposa del emperador Claudio, el de: “¡historias non manducare, manducare ova!” (¡No coman cuentos, coman huevos!). Cuando Agripina quedó embarazada de Nerón (Lucio Domitio Claudio Nerón Germánico Nicolaus), su esposo dijo: “de la unión de Agripina y yo solo puede nacer un monstruo”. Y efectivamente, parece que el hombre era un visionario. Entre los hobbies de Agripina estaba el de coleccionar amantes y asesinar maridos, ambas cosas se le daban de lo mejor.

Ambiciosa a más no poder, hizo todo lo que pudo para  convertir a Nerón en emperador.  Dicen que unos astrólogos le dijeron que  su pequeño sería rey, pero mataría a su madre, a lo que ella respondió: “Occidat, dum imperet”, es decir, que mate, pero que gobierne, lema que aun en la actualidad es usado para sustentar algunos regímenes políticos.

Tenía notable influencia sobre su hijo, hasta que su nuera, Popea, le pidió a Nerón que la matara (ciertamente, muchas nueras lo desean, pero son pocas las que se atreven a pedirlo abiertamente). Un cónsul siciliano de apellido Corleone le asesoró diciéndole “trataremos de que parezca un accidente”.

Para asesinar a su madre Nerón decidió envenenarla, pero parece que la señora en cuestión se las traía y cargaba siempre con su antídoto marca ACME. Luego su hijo trató de matarla colocando planchas de  plomo en el techo de su habitación para que este se cayera sobre ella mientras dormía, pero al parecer la señora tenía sueño más pesado que el plomo y ni se despertó. Cuando Nerón entró al cuarto en la mañana, ella salió corriendo cual gacela sin un rasguño.

Luego la invitó a un paseo en su yate y que para reconciliarse. Pero el barco tenía un dispositivo para que se hundiera en alta mar, pero la señora regresó ¡a nado! a la orilla para asombro de Nerón que recibió una buena paliza, mientras a ella le dieron medalla de oro.

Ya harto, Nerón decidió acusarla de conspiradora, golpista, terrorista, magnicida y agente del imperio y entonces la mandó primero detenida a una cárcel de Roma ubicada en la Roca Tarpeya y luego a ejecutar, parece que un día de las madres, para que fuese más despiadada la cosa. Ella le pidió al verdugo que le clavara la espada en el vientre, porque de allí había nacido semejante bestia, aunque de tal palo tal astilla, como suele decirse.

Cuentan que Nerón hasta su muerte tenía pesadillas con su madre, que se le aparecía por todos los rincones y le gritaba: “¡Soy Agripina, bip bip!”.

Afirma Suertonio que Agripina, la madre de Nerón, fue recordada siempre, particularmente por los súbditos de éste. De allí la costumbre.