La Voz de America (Ver Artículo Original)

El comediante y académico Laureano Márquez ve a su natal Venezuela “atemorizada” por el poder en turno. De raíces canarias, este actor ha vuelto a reencontrar sus raíces en la tierra de sus ancestros.

El comediante, politólogo, académico, escritor y guinista venezolano Laureano Márquez defiende que «el humor es alimento para el alma» y lo sustenta entre explicaciones que van desde la perspectiva filosófica hasta el efecto anatómico que produce la risa, misma que él se encarga de provocar en los espectadores que acuden a sus presentaciones.

Este reconocido comediante venezolano realizó recientemente una gira por la costa este de Estados Unidos, donde un ávido público conformado mayoritariamente por venezolanos y miembros de otras diásporas latinoamericanas, llenaron las salas en Washington DC y Virginia para ver su más reciente producción: «El miedo».

Y el miedo -explica a los espectadores durante el espectáculo en formato de monólogo- «afloja» y estar «chorreado de miedo» puede llegar a ser literal, dice haciendo reír la audiencia.

Y si se extrapola a la vida política de un país como el suyo -explica- el miedo ha sido históricamente utilizado por «los poderes autoritarios para dominar a los pueblos».

«La sociedad venezolona está atemorizada [por sus gobernantes]», agrega.

Sus reflexiones le llevan también a explorar otros senderos de la naturaleza humana como el odio, y el efecto que produce tanto en lo individual como en el colectivo cuando «el odio domina el espacio público», dice, en algún momento deben sentarse para una reconciliación y en el peor de los escenarios puede llevar a conflictos internos como los muchos reflejados en los anales de la historia de los pueblos.

Laureano Márquez, que divide su faceta de humorista con su rol como académico como parte de su formación en ciencias políticas habla con la Voz de América en su parada en Washington DC. Reflexiona sobre la Venezuela democrática, que muchos jóvenes no reconocen, tierra fértil para humoristas y creadores, y sueña con esa Venezuela democrática que es taréa de todos recuperar.

Y en los tiempos más difíciles, agrega «la comedia ha sido en Venezuela un elemento de resistencia».

Sin embargo, dice que desde su posición es muy tolerante a la crítica y respeta la libertad de opinión, y que entre las críticas llegan muchos insultos, pero también aquellas bien elaboradas que tienen argumentación: «En esos casos me gusta responderla también con el mismos respeto que han sido hechas, e incluso si han sido un poco irrespetuosas, pero tienen argumento, trato de responder con respeto, porque creo que uno debe dar una lección de comportamiento».

En todo caso, dice que como libre pensador es muy respetuoso de todas las críticas, pero «cuando hay intolerancia con el humor, eso denota el carácter de los pueblos, y sobre todo de los dirigentes».

Durante la entrevista Márquez explica como en los países latinomericanos la debilidad institucional y los convulsos procesos han llevado a generar confusión en la sociedad, y cómo los poderes en turno utilizan la historia sesgada a sus propios intereses.

«Eso es un fenómeno muy latinoamericano y en Venezuela y muchos países nuestros confundimos Estado con gobierno, o sea nosotros no tenemos como esa diferenciación institucional», dice, lo que ha complicado la situación de los pueblos.

Si se le pregunta a Laureano Márquez cómo vive un comediante, contesta entre risas: «la vida de un comediante es como un poco aburrida», pero dice que trata de ponerle alegría a las cosas que hace y que la gente a su alrededor siempre esté feliz.

Reflexiona sobre la dimensión del tiempo, y cómo disfrutar ese espacio existencial que es el único tesoro que tenemos en la vida y el que se debe aprovechar al máximo, sobre todo valorarlo en tiempos de hiperconexión a las tecnologías de la información, como las redes que absorben gran parte de la vida.

A Márquez, fueron sus compañeros de universidad los que le empujaron a dedicarse al oficio de comediante. Cuenta que ellos se reían de sus comentarios, razón por la cual lo conminaron a seguir un camino en el que «la energía del público llena».

Sin embargo, dice, para llegar aquí tuvo que superar antes algunos miedos como el de hablar en público, uno de los primeros que aprendió como hacerlo y lo dice al público.

Sobre Venezuela, a la que espera volver pronto para seguir trabajando desde dentro de su país, dice que no tiene la menor duda de verle florecer porque “Venezuela es una tierra que siempre será promisoria, de esperanza».

«Estoy seguro que encontrará nuevamente senderos de paz, senderos de democracia y de justicia”, concluye.