El asteroide 2024 YR4 se acerca a nuestro planeta. Su existencia acaba de ser descubierta en Chile (se están descubriendo muchas cosas en ese país recientemente). Esta revelación ha activado, por primera vez, el Protocolo de Seguridad Planetaria.
La probabilidad de impacto con el planeta es realmente mínima, inicialmente era de 1,2%, pero en pocos días ha aumentado a 2,3% y la última información de la NASA es que se sitúa en 3,1%. Aunque sigue siendo muy reducida, casi se ha triplicado. Esto está dando mucho de qué hablar tanto en la comunidad de astrónomos como en la de astrólogos.
El choque contra la tierra –¡qué nivel de precisión!– se produciría el 22 de diciembre de 2032, a eso de las once y media de la mañana, pero Trump está negociando en Arabia Saudita mover su llegada hasta enero, después de reyes, a fin de tener una Navidad y un fin de año tranquilo y relajado. El mencionado asteroide, según se ha determinado, tiene un diámetro que oscila entre 40 y 90 metros. También han dicho los expertos que su impacto contra nuestro planeta equivaldría a la explosión de 500 bombas nucleares como las de Hiroshima. Los astrónomos se apuran en hacer los cálculos de la trayectoria del asteroide antes de que este deje de ser visible, debido a su órbita elíptica.
Este mirar al cielo estrellado no hace otra cosa que reafirmar lo que con frecuencia olvidamos: nuestra pequeñez frente a la infinitud del universo; el mágico azar de estar aquí, en este maravilloso e innecesariamente dolido planeta, dotados de razón para comprender el milagro maravilloso e insondable de nuestra existencia, pero con una incapacidad ancestral para instaurar a plenitud el reino del amor.
No deja de sorprender que, frente a magnitudes inalcanzables para nuestra mente, hayamos durado tanto y hay que decirlo: a pesar de nosotros mismos. Tanto y tan poco, podríamos afirmar, puesto que frente la infinitud que nos circunda, la historia de nuestro planeta, a nuestros ojos milenaria, es un infinitesimal y tranquilo instante.
Entre todas las cosas que han dicho los expertos sobre el 2024 YR4, la que más impresiona es que se ha establecido, incluso, las posibles zonas de impacto de la roca espacial en nuestro planeta. Según ellos, debería caer en algún punto de una extensa franja que abarca desde el norte de Sudamérica, pasando por el océano Pacífico, cruzando África y el mar Arábigo, hasta el sur de Asia. La lista de posibles países de colisión son: la India, Pakistán, Bangladesh, Etiopía, Sudán, Nigeria y –¡bendito sea el Señor!–, Venezuela.
Bueno, esto era lo que nos faltaba, podríamos decir. Sinceramente, es que ya lo nuestro parece una confabulación espacial, un sino fatídico interestelar, un ensañamiento galáctico.
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