Una inquietante noticia aparece en los titulares de esta semana: «Los zombis despiertan de nuevo para convertir al mundo en una pesadilla».

Inicialmente podría creer uno que la información se refiere a la llamada «droga zombi», que en los Estados Unidos ya ha causado miles de muertes.

Se trata de una droga que combina el fentanilo, un «potente opioide agonista sintético» (tranquilo, lector que yo quede igual que usted), con otras sustancias o medicamentos, produciendo severas alteraciones del sistema nervioso y un conjunto de daños cerebrales que terminan convirtiendo a sus consumidores, literalmente, en zombis.

Sin embargo, la noticia no se refiere a esta tragedia, sino a otra, también preocupante que tiene que ver con el calentamiento global que va derritiendo el hielo en la casa de Santa Claus.

Resulta que existe una capa de hielo llamada permafrost, que, como su nombre sugiere, es permanente, eterna, por decirlo desde nuestra efímera condición.

Al derretirse esta capa deja al descubierto un suelo que puede tener hasta 650.000 años oculto bajo el hielo.

Quedan entonces al desnudo restos orgánicos que han estado cubiertos durante miles de siglos. Esto incluye no solo huesos y valiosos colmillos de marfil de mamut, sino también algunos virus que han permanecido allí dormidos durante miles de años.

Parece que se han hallado hasta siete virus zombis inactivos atrapados en los hielos de Rusia (lo cual le da a uno un sustico adicional).

Lo inquietante es que se trata de virus desconocidos de los que se ignora el alcance que podrían tener en los seres humanos. Y como «el picado de culebra cuando ve bejuco tiembla», para nosotros que acabamos de salir de una pandemia por uno de esos bichos raros, es un asunto digno de tener en cuenta, el de estos descubrimientos, aunque el titular de El País de España resulte un pelo exagerado.

Y hablando de pelos, uno de estos virus zombis apareció, por cierto, en el pelo de un mamut.

Y como el de los colmillos de marfil prehistórico, puede ser un gran negocio, nada tendría de raro que ambiciosos aventureros excaven esa «nueva tierra», y en busca de billete encuentren también un «nuevo» virus.

Del concepto zombi, cuyos orígenes se remontan al vudú haitiano y que consistía en resucitar a un muerto para convertirlo en esclavo a disposición de quien le ha devuelto al mundo de los vivos, rescatamos esta última idea de esclavitud, de las drogas o de los virus. Atentos pues.

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