Hoy, día de la mujer, quiero recordar a una dama que anda por allí perdida en el fondo del talego de la historia, la emperatriz Teodora de Bizancio, aunque con mayor propiedad deberíamos llamarla emperatriz romana, por ser la esposa de Justiniano, el basileus (emperador en griego) del Imperio romano de Oriente desde el 527 hasta su muerte; o también Santa Teodora, pues a pesar de su turbulenta juventud en los lenocinios de Constantinopla, es santa de la iglesia ortodoxa.

Teodora merece ser recordada, entre otras cosas, por ser una precursora de la lucha por la defensa de los derechos de la mujer.

Aprovechando las recopilación del Corpus Iuris Civilis, que es el fundamento del moderno derecho civil, realizada por su marido, Teodora introduce legislación en pro de las mujeres, para, entre otras cosas, castigar las habituales agresiones sexuales, defender el derecho de la mujer a recibir herencias en las mismas condiciones que los hombres, de los niños ilegítimos a tener derecho sobre el patrimonio de sus padres y la condena de la prostitución como «un agravio a la dignidad de las mujeres», que eran sometidas, por cierto, por tal condición, a la llamada «tacha de infamia» (infamis), que involucraba la pérdida de derechos y el descredito moral de la persona sancionada.

Tal fue el caso de la propia Teodora, hija del domador de osos del hipódromo de Constantinopla, en cuyos sótanos nació y en donde, obligada por las circunstancias de su entorno, terminó de actriz del citado circo, oficio que en aquellos tiempos era consustancial al de la prostitución.

Teodora destacó por su belleza, en el teatro por su habilidad para la comedia y por su falta de pudor en el escenario. Cuando por fin abandonó el hipódromo, se casó con un funcionario del imperio que la llevó a África.

En algún momento ella huye de sus constantes maltratos y termina en Alejandría, en Egipto, donde traba contacto con el patriarca cristiano de la ciudad, que la protege y se ocupa de formarla y darle algo de la educación que nunca tuvo.

De regreso en Constantinopla, se dedica a trabajar como hilandera y, por casualidad, conoce al heredero del emperador Justino, el sobrino de éste, Justiniano. Surge entre ambos un amor apasionado que les unirá para siempre. Pronto se convierten en amantes. Justiniano quiere contraer matrimonio con ella, pero la oposición de la mujer de Justino, por temor al escándalo, impide cambiar las normas que lo prohíben, hasta que consigue hacerlo poco antes de asumir el trono.

Según los historiadores, Teodora fue mucho más que una emperatriz consorte (¡y con suerte!), participó en igualdad de condiciones, junto a su marido del gobierno del imperio. A ella se debe la reconstrucción de la magnífica iglesia de Santa Sofia, aun en pie en la moderna Estambul y las citadas reformas jurídicas que la convierten en pionera de la lucha por la defensa de los derechos de la mujer hace casi mil quinientos años, como para que quede claro que se trata de una historia larga, tediosa y con altibajos.

Desde aquí felicitamos a las mujeres en su día y las animamos y acompañamos a seguir en el empeño, no solo por la liberación de la mujer, sino por la liberación de la humanidad toda de las múltiples opresiones que la agobian.

Artículos anteriores:

  • Homo Sapiens
    «Una especie del orden de los primates, perteneciente a la familia de los homínidos», eso es lo que somos. Lo que nos distingue del resto de los animales de la creación es nuestra condición de sapiens, en latín: sabios. La sabiduría tiene que ver con el conocimiento intelectual de las cosas. Nosotros somos capaces de… Lee más: Homo Sapiens
  • Lo que nos faltaba
    El asteroide 2024 YR4 se acerca a nuestro planeta. Su existencia acaba de ser descubierta en Chile (se están descubriendo muchas cosas en ese país recientemente). Esta revelación ha activado, por primera vez, el Protocolo de Seguridad Planetaria. La probabilidad de impacto con el planeta es realmente mínima, inicialmente era de 1,2%, pero en pocos… Lee más: Lo que nos faltaba
  • El Tren de Aragua
    Cuando uno como aragüeño, aunque sea «reencauchao», escucha al presidente de la potencia más poderosa del planeta tierra nombrar con inocultable dejo gringo en la pronunciación al Tren de Aragua, le entra a uno un no sé qué, una mezcla rarísima de orgullo nacional con vergüenza patriótica.
  • Balada del preso insomne
    Esta madrugada del día de Nochebuena me venció el insomnio y no pude dejar de pensar en los miles de compatriotas que, recluidos en injusta prisión, pasarán la noche de este día en el encierro, fuera del hogar
  • Sájarov
    Su nombre completo era Andréi Dimítrevich Sájarov, o si lo prefieren Андре́й Дми́триевич Са́харов, nacido en Moscú en 1921. Además de ser un eminente físico, fue un distinguido defensor de los derechos humanos. Inició sus estudios de física en la Universidad Estatal de Moscú, la Segunda Guerra Mundial lo obligó a trasladarse a Turkmenistán, donde… Lee más: Sájarov